Sigmund Freud y el hospital de Santa Isabel

Por José Javier Carrasco

15/03/2023
 Actualizado a 15/03/2023
Hospital Psiquiátrico de Santa Isabel.
Hospital Psiquiátrico de Santa Isabel.
Sigmund Freud (1856-1939) siempre fue cuestionado. Lo fue a principios de siglo XX cuando defendió la existencia de la sexualidad infantil y lo sigue siendo en el siglo XXI. En El País Semanal del domingo 11 de octubre de 2020, apareció un artículo de J. M. Mulet, titulado ‘Freud, el big data y los pepinos’. En él, su autor, discute la supuesta cientificidad de la teoría psicoanalítica, la interpretación que Freud hace de algunos alimentos que aparecen en nuestros sueños. Poco falta para tildarle de burdo charlatán y degenerado cocainómano. En realidad, parte de las ideas que planteó en su teoría del psicoanálisis tienen una base científica y arrancan de los principios expuestos por Ernst Brücke (1819-1892) – profesor de la Universidad de Viena y director de su Laboratorio de Fisiología, del que fue alumno y ayudante de laboratorio Freud – en el libro ‘Lecciones de fisiología’, según los cuales, todo organismo vivo es un sistema dinámico al que pueden aplicarse las leyes de la química y la física. Conceptos psicoanalíticos como catexia y descarga están relacionadas con esos principios. Pero resultaría difícil demostrar científicamente la existencia de otros, como el de inconsciente, formulado por primera vez en ‘La interpretación de los sueños’, ese círculo que, en palabras de Freud, abarca dentro de sí a lo consciente. Quizá el padre del psicoanálisis merezca, a fin de cuentas, la definición que hizo de él André Breton tras su frustrante encuentro en Viena, la de un «pequeño hombre viejo, sin estilo». Ese viejo espectro azul de la ilustración de Señor Salme que acompaña al artículo de El País Semanal, pero al que nadie negará el mérito de que su teoría del inconsciente nos haga reflexionar sobre las verdaderas motivaciones que ocultan nuestros actos.

Las ideas de Freud despertaron en España el mismo interés y ambivalencia que en otros países de Europa. Ya en 1893, casi simultánea a la publicación en alemán de la comunicación preliminar de Breuer y Freud sobre la histeria, esta fue traducida al español por dos revistas médicas (allí se exponía como causa de la histeria la represión de sucesos traumáticos). En un artículo de 1911 titulado ‘Psicoanálisis, ciencia problemática’, Ortega y Gasset reflexiona sobre la nueva disciplina. En esa ambivalencia a la que me refiero, al filósofo no le resultan falsas las ideas de Freud, pero tampoco del todo verdaderas. Aunque no las juzga científicas, sugiere, en 1917, al editor de Biblioteca Nueva, José Ruiz-Castillo, que publique todas sus obras. El primer tomo apareció el año 1922.

Cuarenta y tres años después se inauguraba el hospital psiquiátrico Santa Isabel de León. El médico Emilio Hurtado dirigió unas palabras a los asistentes: «Estamos dotando esta obra benéfica de la Caja de Ahorros con todos los elementos más modernos y eficaces para que esta casa no sea un manicomio, no sea un edificio para encerrar hombres incurables». Entre esos medios «modernos y eficaces» figuraba el electroshock (quien esté interesado en averiguar de dónde partió esa técnica puede ver la explicación que da Harding, uno de los personajes de ‘Alguien voló sobre el nido del cuco’, en el capítulo segundo, a McMurphy, protagonista de la novela). La «casa» que deseaba Emilio Hurtado guarda en sus historiales excesos que algunos de los que los sufrieron no pueden contar porque han muerto, y que quienes aún viven quizá prefieran olvidar.
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