Siempre es tiempo de aprender

La curiosidad humana no conoce límites, ni tampoco edades. El aprendizaje es innato, una necesidad en todo ser humano desde que nace y también en el ocaso de la vida. Por esto han apostado en la Residencia de Mayores de Buenos Aires, que han querido demostrar a sus usuarios que todavía queda mucho «mundo por descubrir» fuera de esos muros. Lugares por conocer, personas con las que compartir y, sobre todo, experiencias por vivir.

Los trabajadores afirman que volverán a llevar a cabo esta propuesta, dados los resultados "tan positivos" Tal vez algo tan simple como una visita al Palacio de Gaudí de Astorga –como la que realizaron el pasado viernes– y una jornada de convivencia en la que la nostalgia regresa de la mano de los juegos tradicionales, marquen la diferencia, y para algunos lo que parecía que era cosa del ayer pase a ser un hoy, y casi con toda seguridad, un mañana. «Queremos que se muevan por otros ambientes, que recuerden que hay un mundo más allá y que sepan que nunca tienen que dejar de aprender», explicó la psicóloga de centro, Silvia Pérez Natal, impulsora de esta iniciativa junto con el trabajador social Jaime Domínguez. Ambos dan fe del gran éxito de esta propuesta –dirigida sobre todo a los usuarios que tienen menos visitas–, que si bien parece sencilla, es poco habitual en las residencias; y es que, aunque reconocen que la experiencia ha sido «muy gratificante», también son conscientes del esfuerzo que conlleva desplazar a unos 40 mayores con situaciones muy dispares cada uno. «No todos los centros pueden hacer ese esfuerzo», explican.

No obstante, señalan que la excursión les ha reportado, tanto a ellos como a los visitantes, una «tremenda ilusión», porque algunos han podido volver a ver ese imponente Palacio, recordando incluso los grandes cambios por los que ha pasado el monumento modernista; otros lo han podido ver por primera vez, «y han disfrutado de cada rincón»; y estos entregados trabajadores han podido descubrir cosas nuevas sobre estas personas con las que hacen horas diariamente, pero siempre entre los muros del centro. «Estaban entusiasmados. Solo subir y bajar del autobús ya era un acontecimiento, y eran muchos los que nos pedían fotos en el Palacio para enviárselas a sus familiares», recuerdan.

Queremos que recuerden que hay un mundo más allá y que nunca tienen que dejar de aprenderOtro de los objetivos de esta iniciativa, según los profesionales, es fomentar la convivencia entre iguales, y también en esto resultó un éxito, porque si por algo se caracterizó este encuentro fue por la «unidad que hubo en todo momento», relata Pérez Natal, que agradece tanto a la Residencia San Juan Bautista de Astorga como al Ayuntamiento la cesión de sus instalaciones.

Tras la visita al Palacio, los excursionistas disfrutaron de una comida en el parque de la Eragudina, donde también pudieron divertirse con juegos y música, hasta la vuelta a la residencia. Todo en un ambiente distendido en el que muchos de ellos pudieron olvidar, por un día, esa sala de estar y esa habitación que muchas veces, al menos para algunos, es poco menos que una celda en la que esperar nada, simplemente el paso del tiempo.

La iniciativa que estos trabajadores han puesto en marcha en esta residencia ha tenido unos resultados tan favorables que, sin duda, volverán a repetirla. Así lo han asegurado, reconociendo que son los propios usuarios del centro los que les han pedido que se vuelva a llevar a cabo.

Un pequeño cambio de aires, un viaje en autobús de apenas 25 minutos ha sido capaz de devolver a estos 40 ancianos una capacidad de asombro que parecía sepultada por el paso de los años. Una simple convivencia que ha conseguido recordarles que queda mucho por hacer y, por supuesto, que siempre es tiempo de aprender.