28/07/2022
 Actualizado a 28/07/2022
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En la primavera de 2018 cometí la locura de organizar un viaje a Italia con un grupo de amigos, profesores jubilados como yo, a los que había prometido el mismo viaje que hice treinta años seguidos con los alumnos. Nos gustó el invento y volvimos a repetirlo en 2019. Elegimos la Toscana y se superaron todas las expectativas. Para mí, y muchos compañeros más, este había sido el mejor viaje de nuestra vida. Me presionaron para volver un año más. Y después de la Toscana, ¿dónde?Cuando salió la palabra «Sicilia» se abalanzaron todos como locos. Estaba previsto que nuestro periplo siciliano coincidiera con la última semana de abril del 2020. Con todo organizado, cerrado y pagado para los 55 participantes, habíamos convocado una reunión final para ajustar todos los detalles el día 14 de marzo del 2020, pero justamente ese día se declaró el estado de alarma para la gestión de la situación de crisis sanitaria ocasionada por el COVID-19. Todos encerrados en casa y, lo que es peor, todas las fronteras cerradas y sin ninguna posibilidad de viajar en todo ese tiempo. Ahora, dos años después, entonamos la frase salmantina de Fray Luis o de Unamuno: «como decíamos ayer» y retomamos el viaje a Sicilia los mismos, dos años más viejos, pero con la misma ilusión de entonces. Estoy seguro de que jamás habíamos suspirado y deseado tanto un viaje. ¿Por qué tiene tanto gancho Sicilia? ¿Por qué nuestro grupo de jubilados ha elegido este destino? Sin lugar a duda, porque ha estudiado mucho sobre esta isla y está embaucado por sus riquezas naturales como les pasó desde tiempos inmemoriales a los fenicios, cartagineses, griegos o romanos. Porque ha sido elogiada por poetas a desde Homero y Virgilio y porque está plagada de leyendas y mitos.

Pretendemos llegar al alma de la hermosa, auténtica y seductora Sicilia con todo un cúmulo de sensaciones que nos acercan a su pasado griego y romano. Al pasear por el paisaje rupestre de Segesta me recordaré de mis clases de latín a los quince años traduciendo las ‘Bucólicas’ de Virgilio, églogas en honor a la vida rural con las que el poeta creó el ambiente mítico de la Arcadia basándose en los paisajes sicilianos en los que se respiraba felicidad, sencillez y paz en un ambiente idílico dominado porpastores que vivían en comunión con la naturaleza y que serviría de base para nuestra novela pastoril en el renacimiento.

Estamos soñando con pasear por Sicilia e ir de sorpresa en sorpresa descubriendo un conjunto variado de restos de civilizaciones pasadas desde el ‘Tempio della Concordia’ en el Valle de los Templos de Agrigento al Monte San Giuliano de Erice, las playas de Cefalú, la villa romana de Casale, la joya griega de Siracusa, el barroco de Noto, el teatro romano de Taormina o la humeante mole del Etna. Aunque hemos pasado casi un año viendo vomitar lava a nuestro volcán de Palma y no queremos más fotos de humo y fuego volcánico.

No puedo pasar por alto alguno de los más famosos mitos y leyendas de Sicilia ya que, por su estratégica ubicación en el Mediterráneo, las grandes culturas clásicas utilizan la isla como parada necesaria al pasar por las costas del Mare Nostrum. Ya en la isla, la ferocidad del Etna o los fuertes vientos de las Eolias, les sirven para dar rienda suelta a las aventuras de héroes y dioses y aparecen mitos y leyendas por doquier, como los cuatro siguientes:

‘El volcán y el amor’ o ‘la leyenda de Anfipione y Anapia’. Estos dos hermanos vivían con sus padres en la falda del Etna y una noche el volcán se despertó y comenzaron a salir del cráter lenguas de lava encendida que recorrían velozmente la ladera de la montaña. Anfipione y Anapia salen con sus padres huyendo de ese infierno. Pero sus padres apenas podían andar y pedían a sus hijos que los dejaran allí y se salvaran ellos a lo que los hermanos hicieron caso omiso y los cargaron a sus espaldas. El torrente de lava corría más que ellos y no había salvación. Pararon, se abrazaron los cuatro. Pero cuando la lava llegó a su altura se dividió quedando todos en medio ilesos. «El terrible Etna se rindió un día al amor que encontró mientras soltaba lava montaña abajo».

‘Polifemo, Acis y Galatea’.El monstruo gigante de un solo ojo Polifemo cuidaba ovejas y cabras en las laderas del Etna y estaba enamorado de la bella Galatea, pero ella no le correspondía porque su corazón pertenecía al bello Acis. Un día que los amantes descansaban a la orilla del mar los descubrió Polifemo y le lanzó una enorme roca que lo aplastó y su sangre se convirtió en un río de límpidas aguas que llevó su mismo nombre.

‘Proserpina’ es una joven encantadora, hija de Ceres y Júpiter. Venus encomienda a su Cupido que propiciase amor a Plutón. Mientras Proserpina estaba bañándose Plutón salió del Etna con cuatro caballos negros y la raptó para llevársela al Hades y casarse con ella. Su madre como diosa de la tierra la buscó en vano y vaga por la isla convirtiendo en desierto lo que pisaba. Ante esto Júpiter, su padre, pide a Mercurio que obligue a Plutón a liberar a su hija. Éste aceptó, pero antes de dejarla en libertad le obligó a comer seis semillas de granada, símbolo de fidelidad, y de este modo viviría seis meses al año con él y el resto con su madre. Así se explican las dos grandes estaciones del año: la primavera cuando Proserpina está con su madre y el otoño cuando vuelve al Hades con Plutón.

‘Eolo y Ulises’. Homero en la Iliada llevó a Ulises a las islas Eolias donde estaba el dios del viento en la actual Vulcano. Eolo quería que Ulises volviera pronto a Ítaca y le regaló un odre en el que encerraba a todos los vientos con la prohibición de abrirlo, pero la tripulación, movidos por la curiosidad, abrieron el odre y salieron libres los vientos. Esta estupidez provocó una tempestad que llevó las naves sin rumbo y sin destino.

Este grupo de jubilados espera ser atrapado a finales de septiembre por la mística grecolatina de héroes y dioses con sus mitos y leyendas. «Algo tendrá el agua cuando la bendicen» y Sicilia cuenta con lugares denominados por la Unesco patrimonio de la humanidad: El área arqueológica de Agrigento; la villa romana del Casale, en Piazza Armerina; las ciudades barrocas del valle de Noto; y Siracusa y la necrópolis rocosa de Pantalica.

A la vuelta os contaremos nuestra aventura.
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