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Si pico, me mancho el pico

14/10/2019
 Actualizado a 14/10/2019
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Si pico me mancho el pico, si no pico me muero de hambre». Los dichos es lo que tienen, que vuelven a la memoria cuando uno los necesita para servir de ayuda en algún dilema, o, simplemente, para hacer de árbitros ante la realidad. A este cronista, en agosto, se le planteó el dilema de si dar comida a un perro mastín flaquísimo que deambulaba por el pueblo y se acercaba, suplicante. Y el cronista le dio de comer, y mucho.

Buena la armó. Y, enseguida, se encontró con los reproches. «Es un perro del ganado y donde debe estar es en el monte con sus vacas. Para eso está. Y si le dais de comer, se quedará aquí y, por vuestra culpa, no cumplirá con su deber». «¿Qué os creéis, que su amo no compra para él en la carnicería huesos y deshechos?». Un rosario de afirmaciones que no paliaban la extrema delgadez del animal y que mostraban la distancia cada vez más grande entre los habitantes de una ruralidad menguante y los de una ruralidad social, progresista, incunable, esperpéntica, ética y estética. «Socialismo, mi bella, / es cuando nuestra amada / no espera de nosotros / ni dinero ni gloria; / únicamente la fidelidad», escribía Nazim Hikmet en su poema ‘Carta desde Polonia’ en su libro ‘Duro oficio el exilio’.

Pero, fidelidad ¿a quién, a qué? Porque uno, a estas alturas ya debiera estar al cabo de todo y haber recorrido todos los caminos, y haber constatado que ‘mantenerse al margen’ no es la solución jamás de los jamases. Hay que tomar partido. ¿Y por quién? Por la razón. Porque los Mandamientos y las Leyes no resuelven el dilema que se le plantea al individuo cuando se ve en la tesitura de decidir sobre cuestiones que a algunos pueden parecer baladís, pero que son las trampas de la vida para determinar quiénes somos. ¿No aprovecharse de un puesto de prevalencia política para hacer negocios es un signo de estupidez? ¡Si lo hacen todos! ¿No llamarle sinvergüenza a un negro que te da un golpe y se echa a reír y se llama a andana, es ceder a algún chantaje de racismo? La verdad es que los callejones morales sin salida siempre estarán ahí, al acecho. Pero existe la razón para poner las cosas en su sitio.

Felizmente el perro continuó acudiendo a la cita y en dos semanas recuperó la forma, la amabilidad, y la sonrisa.

Porque los perros también sonríen. ¿No lo sabían? Socialismo es «cuando tu ya no tiemblas como una hoja ante un viento glacial», escribía Nazim Hikmet entonces.
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