Si no era una fiesta, tampoco era un día más

El culturalismo apartó por unas horas la decepción para vivir un día en el que darse un pequeño premio a tanto sufrimiento viendo a su equipo en un escenario de lujo

Jorge Alonso
06/12/2018
 Actualizado a 17/09/2019
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Por mucho que todo el mundo dijera que era un día más, ni mucho menos lo era. Jugar en el Camp Nou no es ni mucho menos un partido más, es el día con el que todo el mundo sueña, jugadores, entrenadores, directivos y por supuesto aficionados. Es por eso que si bien la situación del equipo no es la que a nadie le gustaría que fuera, ayer se apartó todo a un lado para pedir días en el trabajo, echarse la mano a la cartera y asistir a un día de esos que se recuerdan toda la vida.

En coche, en tren, en avión... cientos de aficionados de la Cultural fueron llegando durante todo el día a la ciudad condal para ver a su equipo en uno de los estadios más icónicos del mundo quién sabe si por última vez con su imagen actual, ya que dentro de poco comenzarán las obras que modernizarán el coliseo barcelonista y lo convertirán en un estadio distinto.

Muchos, incluido algún directivo, fueron los que optaron por llegar a Barcelona por aire desde Valladolid, lamentando que el aeropuerto de León no ofrezca vuelos. «Dicen que no se llenan los aviones, pero ponen solo uno a última hora... ¿cómo se van a llenar?». Las quejas se dejaban ver en el aeródromo (adivinen qué, en medio de la niebla» como las bufandas de la Cultural y los jerseys navideños de quienes esperaban a tomar un vuelo a Laponia para conocer a Papá Noel.

Se dejaron ver cientos de aficionados leoneses en las inmensas gradas del Camp Nou, cada uno con su historia Recibía Barcelona a los leoneses con 20 grados en el termómetro y la inevitable envidia de quien rasca la luna del coche cada mañana durante tres meses. Un tiempo perfecto para disfrutar de las mil y una razones que tiene la ciudad condal para dejarse caer por ella y que, una vez uno se pasea por ella, le permiten formarse una imagen que se aleja completamente de la que algunos de los grandes medios nacionales muestran habitualmente.

No se encontraron los seguidores leoneses a ningún independentista comiéndose niños y sí una ciudad que, en tiempos revueltos como los que corren ahora por el estadio Reino de León, recuerdan otros mucho mejores.

Porque de camino al Camp Nou, en penumbra, como si de una perfecta metáfora se tratara, se vislumbra ese estadio en la que se dio el primer paso paraque se cumpliera el sueño de miles de culturalistas... y el primero para una reacción que terminó quedándose en nada. El Mini Estadi se ha convertido ya en un lugar de peregrinación para la afición leonesa y quienes por allí pasaron no dudaron en recordar que cualquier tiempo pasado fue mejor y que por qué no, volver donde todo empezó quizás es la forma de poder regresar a ese momento.

Pero esta vez la Cultural jugaba en el campo grande. Dejando a un lado el Palau en el que el Ademar también fue grande, entrar al Camp Nou es una experiencia que por muchas veces que se repita, jamás dejará de impresionar. Mirar hacia arriba y ser incapaz de encontrar el final de las gradas en un auténtico muro azulgrana no es algo que se pueda ver habitualmente en un partido con la Cultural como protagonista.

Porque la realidad de los leoneses es Guijuelo, Boadilla y Navalcarnero, pero el de ayer era un día para olvidar las penas por unas horas y soñar con ser grandes. Lo fue en los gestos el club leonés, que rindió homenaje al expresidente Núñez, una figura imprescindible en la historia del club culé en honor del cual se ha instalado en la fachada del Camp Nou un memorial por el que desfilaron millares de aficionados en la previa al encuentro y por el que guardaron un minuto de silencio antes del inicio del encuentro.

Porque a pesar de que la entrada ni mucho menos era la de un partido de liga o ni mucho menos ‘Champions’, presentó una buena imagen el coliseo blaugrana en un día especial, en el que los socios ceden sus asientos a diferentes colectivos de personas en riesgo de exclusión social así como aquellos que habitualmente no se pueden permitir una entrada y viven el partido como si de una final europea se tratara.

Los aficionados leoneses por su parte se repartieron por diversos lugares del campo. Una parte importante estuvo en una zona visitante situada donde los prismáticos sí son una necesidad. Se hicieron notar especialmente a través de la pantalla con imágenes de esas que tocan. Familias de leoneses que emigraron hace tiempo y cuyos hijos llegan al Camp Nou con la camiseta del Barça y la bufanda de la Cultural.Imposible que no se emocionaran viendo saltar al campo a su equipo mientras atronaba el himno local por megafonía. Lo de después ya es historia, lo de antes... un día con el que soñar para poder repetir. Decía Víctor Cea en la previa que el partido no era ni mucho menos una fiesta y lo cierto es que si no lo fue, tampoco fue un día más para la Cultural.
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