"Si me hubieran destinado al taller, me habría sentido como en el corredor de la muerte", afirma un ingeniero

González García, autor de un informe, insiste en que el origen del accidente fue la caída de la bóveda. "Si no hay bóveda, no hay grisú y sin grisú no se mata la gente"

R. Álvarez
15/03/2023
 Actualizado a 16/03/2023
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El segundo en el turno de declaraciones de este miércoles en el juicio por la muerte de seis mineros de la Hullera Vasco Leonesa en 2013 fue Miguel Ángel González García, ingeniero de minas y autor de un informe sobre el accidente. Él –que trabajó para la empresa antes de los hechos y pidió su prejubilación «para dar prioridad a su familia»–admitió que «si me hubieran destinado al taller, me habría sentido como en el corredor de la muerte». Una afirmación que apoyó en las circunstancias en las que se desarrollaban los trabajos y que dijo que pudo conocer al haber consultado documentación y entrevistado a trabajadores y gente que participó en el rescate. En la mina, dijo, «hay que corregir diariamente lo que hay que hacer» y el grisú, en su opinión, es el principal problema que tiene una mina. «No tiene que estar en ella, hay que sacarlo», subrayó. Desde su punto de vista, lo que ocurrió ese 28 de octubre de 2013, en el que murieron seis trabajadores, sí que fue una «caída o colapso total o parcial de la bóveda». De una «bóveda que creó alguien, que se mandó crear. Y si no hay bóveda, no hay grisú, no sale y no se mata la gente», remarcó.

Apuntó también que «es completamente imposible que existiera un desprendimiento instantáneo en vez de un colapso de la bóveda debido a las circunstancias que rodeaban a la explotación, porque si hubiera habido un desprendimiento instantáneo habría carbón muy menudo y ahí eso no existió. ¿Para dónde fue? ¿Dónde se metió?», preguntó.

«Fue previsible y evitable»

González García estuvo de acuerdo en que la mina «da avisos» y estos fueron el día 25 y el propio 28 de octubre, pero «avisa a los que entran en la mina y están tiempo ahí y oyen sus ruidos, porque desde la oficina es muy difícil oírla», dijo. El día 25 consideró que lo que ocurrió fue una caída parcial de la bóveda, según extrajo de las declaraciones de los trabajadores, que recordó que tuvieron que salir porque oyeron ruidos y hubo un aporte de gas, mientras que el 28 fue la caída definitiva, de la que «no te salvas». Por eso, estimó que «el accidente fue previsible y evitable» y que «si la estructura de la empresa hubiera funcionado como debería no habría ocurrido». Criticótambién al actuario, al que dijo que parece que «le vale todo» y rechazó que el proyecto de explotación estuviera aprobado, porque si las condiciones de explotación «cambian» se tendría que haber presentado uno específico. «Este proyecto tipo no sirve desde mi punto de vista», zanjó.

«Negligencia gravísima»

Este ingeniero lamentó, además, que desde la oficina no se lleva una mina, afirmó que el volcado de los datos de los metanómetros portátiles se tendría que haber hecho «obligatoriamente» y que la bóveda «tiene que estar controlada» porque supone «un peligro inminente», porque «cae, te traba y ahí te quedas» y esta existe «porque has sutirado excesivamente, muchísimo más de la cuenta», insistió. Así, consideró que lo que ocurrió fue que se cometió una «negligencia gravísima» porque hay que poner todo al alcance de que la gente que vaya allí trabaje con seguridad y «la mina varía diariamente».
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