Sheila, 'la niña' de los trasplantes y ya van cuatro

Fue ‘la niña del columpio’ por una fotografía aparecida en 1987 en La Crónica de León jugando en un parque mientras, con 6 años, esperaba un transplante de riñón que le donaba su madre. Hoy está en Santander, acaba de recibir el cuarto riñón de su vida, ya es la niña de los transplantes, "nada me va a parar, seguiré luchando"

Fulgencio Fernández
12/05/2019
 Actualizado a 17/09/2019
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Fue ‘la niña del columpio’ por la que se preguntaba en los bares y tertulias en aquel año 1987. Había aparecido en La Crónica, jugando en el parque, su inseparable madre Marisa empujando el columpio. Sheila tenía seis años, estaba en diálisis y esperaba un riñón que no llegaba. Pasaba el tiempo y se le iba la vida. Marisa quiso darle su riñón, era complicado, no había experiencia anterior pues, de hecho, fue el primer transplante «de vivo» realizado en España, en Valencia. Fue un éxito.

28 de diciembre, día de las elecciones. Sheila Fernández, auxiliar de enfermería, estaba en Santander para presentarse a unas oposiciones de su trabajo. Nuevamente estaba en lista de espera para un nuevo riñón, sería el cuarto de su vida. Lleva más de un año esperando, «siempre tengo la maleta hecha por si me llaman», solía decir. Recibe una llamada del HospitalValdecilla de la capital cántabra. «¿Estás preparada?». «Estoy ya aquí en Santander, voy».

Ya tiene su cuarto riñón. Hubo alguna complicación pero todo marcha bien, sigue el proceso y sueña con regresar a León, a reiniciar la que sería su cuarta vida estrenando riñón.

El de su madre le duró 25 años, de vida normal, estudió su carrera, encontró trabajo pero... vuelta a empezar. Y nuevo donante, ahora su novio, que no lo dudó ni un segundo y ella feliz: «Llevo en el cuerpo los riñones de las dos personas que más quiero, ¿qué más quiero?».

Hubo otro trasplante fallido. Y ahora otro de donante, el cuarto, y una irreductible que lo tiene muy claro:«Nada me va a parar en la vida, nada me va a apartar de luchar porque jamás voy a renunciar a lo que más quiero y a los que más quiero». La niña del columpio sigue teniendo cara de niña. Y alma de luchadora.
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