30/07/2019
 Actualizado a 16/09/2019
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Últimamente parece que resulta bastante difícil que muchos políticos se pongan de acuerdo, si bien parece que suele haber bastante unanimidad a la hora de subirse los sueldos. Hay quien dice que la política debería estar mejor pagada. Otros no pensamos de la misma manera, porque no es lo mismo servir al pueblo que servirse del pueblo. Debería ser una vocación mucho más desinteresada.

Decimos esto porque hay numerosas personas que sí entregan verdaderamente su vida a favor de los demás y se puede decir ya no que tengan un suelo pequeño, sino ninguno. Tan solo la ayuda suficiente para hacer frente a sus necesidades más elementales como el comer, vestir y poco más. Nos estamos refiriendo a los misioneros, cuya vida está dedicada al cien por cien a Dios y a la gente.

Precisamente esta semana, como cada año por estas fechas, la Diócesis de Astorga, al igual que otras diócesis, dedica un día de convivencia y homenaje a los misioneros que han venido de vacaciones. No suelen ser muchos los que vienen porque no tienen vacaciones todos los años. Concretamente de la Diócesis de Astorga hay en torno a cuatrocientos misioneros y misioneras repartidos por todo el mundo, en los cinco continentes. Ellos van en nombre de Jesucristo para anunciar la Buena Noticia, el Evangelio, pero no se limitan a predicar o a realizar actos de culto, sino que íntimamente unido a esta tarea espiritual está toda una labor dedicada a la promoción humana para que los más pobres entre los pobres puedan comer, estudiar, hacer frente a sus enfermedades… Una inmensa labor social que nadie tiene que envidiar a la que puedan realizar concejales, alcaldes, diputados, ministros… Y todo a cambio de nada. E incluso poniendo en muchas ocasiones su propia vida en peligro.

Es cierto que en general es muy valorada esta acción de la Iglesia, pero tal vez haya quien piense que los misioneros surgen como por generación espontánea, o algo así como las setas cuando llueve. Una vocación misionera no sería posible sin haber conocido antes a Jesucristo. Y este conocimiento no sería posible si no fuera por el caldo de cultivo de unas familias y unas comunidades cristianas. Por eso en la medida en que decae la fe o la vida cristiana, descienden las vocaciones misioneras. Habrá muchas oenegés y voluntarios, cuyo mérito no dejamos de reconocer, pero no es lo mismo.

El miércoles día 30 de junio tendrá lugar en Villafranca del Bierzo la jornada de convivencia con los misioneros. Será interesante acompañarlos, compartir con ellos, y escuchar sus impresionantes testimonios.
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