Secundino Llorente

¿Será el último curso de la vieja selectividad?

13/02/2020
 Actualizado a 13/02/2020
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Con la publicación de la Lomce, Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa, el 9 de diciembre de 2013 llegaban las reválidas y desaparecía la selectividad. La movida estudiantil fue terrible. Lo viví en primera línea como director de instituto. Con tal oposición era casi imposible aplicar esta reforma. Nadie podía imaginar que ya en aquel curso 13-14 empezase la reválida. Sólo tres meses más tarde nos metimos en la provisionalidad y la chapuza. Formábamos parte de la Comisión Organizadora de las Pruebas de Acceso a Estudios Universitarios (COPAEU) y en un pleno celebrado el 3 de abril de 2014 se acordó prorrogar para el curso 2014/15 el procedimiento de acceso y admisión que se había venido realizando hasta ese año.

Ya ha llovido desde ese pleno de la Copaeu. En aquel momento se veía esta medida como una solución provisional hasta llegar a un acuerdo en España sobre el acceso a la universidad. Ya son seis años de ‘provisionalidad’. No hemos tenido tiempo para afrontar este tema: gobiernos débiles sin mayorías y el asunto del ‘procés’ no han dejado tiempo para más.

Y aquí estamos en 2020 con la vieja selectividad por la que tengo una gran consideración en cuanto al proceso de realización de la misma. Sólo hay un punto en el que no puedo estar de acuerdo: «que no sea idéntica en su grado de dificultad y en los criterios de corrección para toda España». Y no es justo que, después de una prueba ‘diferente’, todos los alumnos puedan acceder con su nota ‘diferente’ a cualquier universidad española. Puede haber injusticias, y de hecho las hay con Castilla y León, frente a otras comunidades autónomas. Esto ya lo he aclarado con un ejemplo en otro artículo anterior (LNC opinión 22-9-2018): En la clase de un pueblo de León hay diecisiete alumnos estudiando cuarto de ESO con una excelente profesora llamada Pisa que en el examen final pone a todos las mismas preguntas, con el mismo tiempo y los mismos criterios de corrección. Las dos mejores calificaciones son para las alumnas con el nombre de Castilla y León y Navarra. Las dos peores se llaman Canarias y Extremadura. Dos años más tarde, el mismo grupo de los diecisiete alumnos son examinados por la profesora Selectividad, pero con preguntas, tiempo y criterios de corrección diferentes. El resultado, sorprendentemente, fue a la inversa. Las dos mejores alumnas ahora son Canarias y Extremadura y las dos peores Navarra y Castilla y León. Eso sólo tiene una explicación: Selectividad puso preguntas más fáciles a unos alumnos que a otros y además les dio más tiempo y aplicó diferentes criterios de corrección. Después aparece un administrativo llamado ‘Distrito Único’ que asigna a las peores alumnas en la prueba única de Pisa (Canarias y Extremadura) las plazas que pedían las mejores (Castilla y León y Navarra). Esta es la terrible injusticia por la que tienen que pasar cada año los aspirantes universitarios de nuestra comunidad.

La vieja selectividad sigue funcionando de modo provisional. ¿Hasta cuándo podremos seguir en esta provisionalidad? Ya tenemos las fechas para este año: 9, 10 y 11 de junio y la extraordinaria el 7, 8 y 9 de julio. Todo igual que en el siglo pasado, con las normas e instrucciones de siempre: Los alumnos tienen que llevar su DNI y la hoja de inscripción de la prueba y los pondrá encima de la mesa durante todos los ejercicios. Se examinarán sólo de las materias que figuran en su hoja de inscripción. Se utilizará bolígrafo con tinta azul o negra. Se prohíbe firmar los exámenes o escribir cualquier señal identificativa, también se prohíbe tener teléfonos móviles, relojes y dispositivos electrónicos conectados. El incumplimiento de estas normas supone la expulsión inmediata de la prueba. Cuando un alumno finalice el examen, deberá entregarlo a un miembro del tribunal y nadie podrá salir sin hacerlo así, aunque los folios estén en blanco. Todo sigue igual. Parece que el examen de Selectividad de 2020 será «continuista» y similar al de los últimos años. Pero, en mi opinión, algo va a cambiar en 2021.

Ya empieza a vislumbrarse el cambio. Corren rumores de que el Ministerio de Educación empieza a cansarse de la incertidumbre que provoca en los estudiantes «la situación de excepcionalidad» de los últimos años en cuanto a la regulación de las pruebas de Selectividad y reconoce la necesidad de establecer una normativa clara y con vocación de perdurabilidad en el tiempo. La ministra de Educación, Isabel Celaá, se compromete a revisar el modelo de las pruebas de acceso a la universidad para equilibrar los niveles de dificultad y criterios de corrección entre comunidades autónomas. Será bienvenida esta revisión, como denunciaba anteriormente.

El viento va a favor de la reforma de la selectividad. El Consejo Escolar del Estado ha redactado un informe que recomienda al «Gobierno, comunidades autónomas y universidades que incluyan, en el marco de debate sobre la nueva ley educativa, la elaboración de unas directrices para el acceso a la universidad que respondan a las exigencias sociales de rigor, calidad y equidad».

¡Ya es hora! Estamos muy ilusionados con poder salir de la provisionalidad. ¡Ojalá que el nuevo modelo de selectividad sea bien aceptado por todas las comunidades autónomas y empiece pronto y, sobre todo, que sea definitivo!
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