"Ser familia de acogida nos llena de mucho amor, a nosotros y a los niños"

En la provincia hay 24 menores que necesitan una familia de acogida. Elísabeth y Daniel son uno de esos hogares que han decidido abrir sus brazos a dos hermanos que lo necesitaban

Estefanía Chamorro
30/07/2018
 Actualizado a 19/09/2019
Daniel y Elísabeth posan en la sede de Cruz Roja tras compartir su experiencia. | MAURICIO PEÑA
Daniel y Elísabeth posan en la sede de Cruz Roja tras compartir su experiencia. | MAURICIO PEÑA
A veces la vida cambia el rumbo de una familia de la manera menos esperada. Por una razón o por otra, algunos niños se ven obligados a buscar un nuevo hogar. Es el caso de los casi 90 menores que se encuentran en régimen de acogida con más de medio centenar de familias de la provincia. Más de otra veintena de ellos aún necesita unos padres que les abran las puertas de su casa y les den todo el cariño que se merecen.

Daniel Fernández, de 43 años, y Elísabeth Juan, de 40, se lanzaron hace casi dos años a la aventura de ampliar la familia a través del Programa de Acogimiento Familiar gestionado por Cruz Roja. Ellos contaban ya con dos pequeños, de 10 y 8 años, cuando un tercer miembro llegó a esta familia leonesa. "Es algo que siempre tuve en la cabeza, siempre me gustó el tema de la adopción y la acogida. Teníamos la idea de una familia grande. Nos lo planteamos en un momento en el que nuestros niños lo pudieron encajar. Ahora están en una edad en la que lo están asimilando y disfrutando de otra forma", comenta Elísabeth.

La familia adoptante decidió mantener el contacto y Elísabeth y Daniel continúan viendo a la pequeñaEn mayo de 2017 una pequeña de mes y medio llegó a sus vidas. Recuerdan el momento como algo ilusionante. "Fue muy bonito, tan chiquitina. Estábamos los cuatro mirando para ella como si fuese la adoración a la Virgen", comenta Elísabethentre risas, a lo que Daniel añade, "nuestros niños se pegaban por llevar el carrito. Todos nos preguntaban si tenían celos de la bebé, pero lo que tenían era celos por cuidarla". Apenas 10 meses después la bebé fue adoptada. Destacan la despedida como lo único negativo de ser padres de acogida. "Es el momentazo de pensar que se nos va la cosita que hemos estado criando. Es tener la incertidumbre de que no es tu hijo o hija pero no sabes si la van a cuidar como tú. Se te quedan mil palabras en la boca, mil cosas en el tintero por decirle", recuerda la pareja.

Como en otros casos, la familia adoptante decidió mantener el contacto con la de acogida. Los Fernández-Juanhan seguido viendo a la niña en ocasiones especiales y mantienen una buena relación. Siempre tuvieron claro que tendrían que decirle ‘adiós’ en algún momento, pero se lo tomaron con filosofía, "lo hemos ido haciendo como lo hacen los niños, viviendo el momento; ni empezar a llorar antes por las cosas que van a pasar, ni después por las que ya pasaron, intentamos disfrutar del momento".

La buena experiencia les animó a repetir, esta vez, por partida doble. Sus dos hijos cuentan desde el pasado junio con otros dos compañeros de juegos, de 12 y 9 años, que, además, son hermanos. Elísabeth valora el cambio: "La bebé ha sido una experiencia preciosa, no la vamos a olvidar nunca. Nuestros hijos siguen echándola de menos, perosiempre había un grupillo que perdía. Igual ellos no podían disfrutar de un cumpleaños hasta las tantas porque la niña tenía que ir a cenar, por ejemplo. Ahora están los cuatro disfrutando constantemente porque están en su horario y rutina".

Como en todas las familias, los hermanos tienen que compartir, al margen de alguna riña por los juguetes, destacan que se llevan "muy bien" y que están teniendo "las discusiones típicas de la edad, pero por debajo de lo que consideramos la media; teniendo a cuatro creíamos que iba a haber más broncas, pero para nada, antes nuestro hijos discutían más entre ellos que ahora". Que sean de edades similares también ayuda, "tenemos copada primaria", comenta Elísabeth entre risas.

Vienen a nuestra casa para estar mejor y nuestros hijos han aprendido a mirar por otras personas que no sean solo ellosAmbos coinciden en que es una experiencia con muchas cosas que aportar, tanto a la pareja como a sus hijos. "Es difícil describirlo en una palabra. ¿Si lo tuviese que resumir? Amor. Nos llena a todos de mucho amor, a nosotros, a nuestros niños, a los niños de acogida y hasta a la gente que tenemos a nuestro lado", aclara el matrimonio. Especialmente es a sus pequeños a los que llena esta vivencia, destacan que están teniendo "recuerdos inigualables, la experiencia de compartir a tus padres, tus cosas, tu casa, tus amigos... tener que responsabilizarte de alguien, vienen a nuestra casa para estar mejor y nuestros hijos han aprendido a mirar por otras personas que no sean solo ellos".

Contrariamente a la creencia popular, los Fernández-Juan no están haciendo esfuerzos a mayores para integrar a los niños. Señalan que siguen con su rutina y hacen las actividades que siempre. "Hemos hecho lo mismo que antes", comenta Daniel. "Si hay algo mal tenemos una charla individualizada, pero lo que hacemos con ellos son actividades normales. Si es verdad que tenemos mucha vida social. Hay muchas cosas en León y en el pueblo, ayer teníamos casi 15 niños en nuestra piscina", ríe Elísabeth.


El acogimiento paso a paso

Cuando el matrimonio anunció a su entorno que serían familia de acogida algunos los tildaron de locos, pero lo cierto es que es un programa al que cada vez más personas se están sumando en España desde la creación de esta modalidad en 1989.

La Junta de Castilla y León es la desarrolladora del proyecto y lleva colaborando con Cruz Roja más de 25 años. El perfil indicado de los hogares de acogida es que han de ser familias solidarias con la infancia, independientemente de su configuración, estado civil, orientación sexual o número de hijos, entre otros.

Se distinguen dos tipos, el primero es el de ‘acogida temporal’ en el que la familia asume la guarda del menor por un tiempo no superior a los dos años. Suele darse mayormente en bebés o niños muy pequeños que suelen ser adoptados o vuelven con sus familias de origen. La otra modalidad, en la que se encuentran Daniel y Elísabeth, es la permanente. En este caso suelen ser niños de mayor edad que permanecerán en la familia hasta la mayoría de edad.

El Programa de Acogida no discrimina entre tipos de familias o padres. Más de 20 niños esperan una familia de acogida en LeónEl proceso pasa por un curso de formación de 12 horas repartidas entre semana o sábados y domingos en función de la disponibilidad y que se imparte en las oficinas de la Cruz Roja. Después, se realiza una entrevista y el informe se presenta ante la comisión de valoración. Si el hogar obtiene el visto bueno pasará a formar parte de la ‘bolsa de familias’ a la espera de un pequeño que los necesite. "Empezamos a hacer el curso en septiembre y a finales de mayo ya estábamos con la bebé. Más o menos un curso escolar", comenta Elísabeth sobre la durabilidad del proceso.

Durante el programa los padres tienen varias herramientas que les ayuden con la crianza de sus niños. Una de ellas es un teléfono de emergencia disponible 24 horas durante todo el año. Cuentan también con una orientación técnica de cara a la convivencia y un grupo voluntario de apoyo y autoayuda cada 15 días para expresarse emocionalmente si lo necesitasen. "Lo bueno que tiene este programa es que, si tienes un problema, puedes acudir a ellos. Estamos tranquilos en ese aspecto", explica el matrimonio. La Junta también colabora económicamente, cada mes la familia recibe en torno a 500 euros para ayudar con la manutención de los niños, una cuantía que puede variar en función de cada caso.

El Programa de Acogimiento Familiar es un camino de doble sentido que ha permitido que Elísabeth, Daniel y otros muchos padres llenen un hueco de su hogar con unos niños llenos de amor para ellos.
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