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Ser de cercanías

14/05/2020
 Actualizado a 14/05/2020
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Tras la demolición de nuestra manera de vivir que ha supuesto la pandemia y manteniendo la desconfianza que exige un enemigo traidor y escurridizo, las frías gráficas de curvas descendentes dicen que es el momento de comenzar la reconstrucción. Las dificultades extremas revelan de qué material están hechas las sociedades, los políticos, incluso los Estados. Esta crisis demuestra que los cimientos del nuestro no son los sótanos de la Moncloa ni los escaños del Congreso de los Diputados. Ante las contradicciones del Gobierno de coalición, la improvisación del mando único y la incapacidad de consenso entre los líderes nacionales queda patente que iniciar la reconstrucción desde la Carrera de San Jerónimo supondría aquel error del refranero, aquello de empezar la casa por el tejado.

Este virus que nos distancia a las personas y a los territorios renueva el papel esencial de la política de cercanía. Los ayuntamientos y las autonomías están cargando con el peso de la proximidad, una responsabilidad que endurece el rostro y las exigencias como únicos cimientos posibles parar levantar de nuevo esta España nuestra. Antes de marzo crecían los vientos de la recentralización de competencias pero resulta que en el desastre diecisiete gobiernos han sido más eficaces que uno y es imposible saber si es solo culpa de este desorientado ejecutivo forzado o si habría sucedido lo mismo con otro cualquiera.

Valladolid desbroza la senda de esa reconstrucción de abajo a arriba, como las viejas revoluciones. Ha sido el primer ayuntamiento en firmar un ‘pacto por la ciudad’ del que solo se ha desmarcado el único concejal de Vox. Un acuerdo de gobierno de concertación que decidirá prioridades sociales y económicas para ser Fénix y no Pompeya. De abajo a arriba, solo dos días después Mañueco y Tudanca se han reunido para acelerar también los ‘pactos de comunidad’. Mientras esperamos la estéril mesa del recelo entre partidos y al Mr. Marshall europeo en tiempos de distanciamiento se impone un ser de cercanías.
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