canon-web.jpg

Sentido común o perdición

13/06/2020
 Actualizado a 13/06/2020
Guardar
Hace un par de días HBO amenazó con retirar la grandísima película ‘Lo que el viento se llevó’ de su catálogo, por las protestas que la consideran racista. Rectificaron y la mantendrán, pero con advertencias de su ‘contenido racista’. La creadora de la exitosa serie de televisión Friends (a mi nunca me gustó), pidió perdón por falta de diversidad: «Ojalá hubiera sabido entonces todo lo que sé ahora. Lo lamento, porque habría tomado decisiones muy diferentes». Con estas brillanteces rematamos una semana en la que el sentido común, aquello que nos alentaban desde pequeños a que lo buscáramos sin cesar, ni está, ni se le espera.

Decía una amiga mía que buscábamos la autodestrucción, y en plan jocoso me repetía que estábamos tan tontos, que la única solución digna era la extinción del ser humano.

En mi habitación de juventud tenía dos fotos, una de Michael Jordan que me dio mi vecino Eloy Velasco (era unos años mayor y compraba la revista Gigantes), volando con aquellas Nike Air rojas y negras, que todos quisimos tener y que el otro día me las recordó nuestro querido Amador. La otra era con Essie Hollis y mi primo David, en una visita que hizo a la Venatoria.

En aquellos años ochenta ver a una persona negra por las calles de León, y que no me cuenten pamplinas, no era habitual, así que cuando nos cruzábamos con uno de ellos siempre pensábamos, o al menos yo, que eran los nuevos fichajes americanos del Elosúa.

‘Lo que el viento se llevó’ no es para mi una de las mejores películas, no estaría entre mis cincuenta favoritas, yo soy más de ‘Perdición’ de Billy Wilder, al igual que Garci, y la frase que este domingo nos recordaba y que resume perfectamente esa genialidad: «Lo maté por dinero y por una mujer. Ni conseguí el dinero, ni la mujer». Estupendo ¿verdad?

Pues sí, estupendo, hemos conseguido que lo políticamente correcto se imponga, que todo roce la ridiculez, que la originalidad y la valentía se penalice y que todos vayamos a bloque, uniformados (como cuando en verano muchos de los de mi generación se suben el bajo del pantalón cuatro vueltas), y sin dejar hueco para la imaginación, para lo rebelde.

Lo ridículo se ha impuesto, y el sentido común ya no se persigue, está caduco como argumento. Y sino, qué me dicen de que los colegios estén cerrados pero que podamos juntarnos en un bar (o en la Candamia) y brindar hasta coger un buen lobazo. Que el gobierno no marque una pauta, y en esta comunidad autónoma nuestros bachilleres tengan que aprobar todas las materias para ir a la Ebau. El sentido común o la perdición.
Lo más leído