Señora, ¿cómo lo hace?

18/06/2020
 Actualizado a 18/06/2020
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No hay orgullo más sano que el de llenar la casa de flores. Ni hay orgullo más generoso, pues la vecina las cuida, habla con ellas, las mima... pero las disfruta todo el que camina por la calle, que será incapaz de pasar de largo, de no detenerse, de no preguntar cómo lo hace pues «a mi no se me dan, a la primera helada me las quema».

Y la mujer, siempre es una mujer, sonríe pues hay secretos que no son secretos sino las manos, pues no podrán argumentar que en Morgovejo, donde está la casa de la foto, no hiela.

- Será el cariño; suele ser el resumen.

Será, seguro, otra explicación no se me ocurre.

La principal evidencia en mi pueblo de que algo muy extraño estaba pasando en estos tiempos de pandemia era que faltaban las flores de Sofi en la fachada y en su terraza. Intentaron salir, por inercia, pero pronto las comió la maleza y la tristeza, pues Sofi siempre canta mientras arranca las malas hierbas y hace crecer hasta a un palo.

Ya se le habrá pasado el susto que llevó hace unos cuantos años cuando se le presentó la guardia civil a tomarle declaración sobre aquellas flores nuevas, tan bonitas y tan olorosas. ¿Y qué les pasa?, preguntó.

- Que son de ‘maría’; le explicó el guardia.

- ¡Ave María Purísima!
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