18/09/2018
 Actualizado a 13/09/2019
Guardar
Recuerdo que un día un señor al leer en un misal ‘Santa Teresa, doctora de la Iglesia’, dijo totalmente convencido: «No sabía que Santa Teresa fuera médica». Ciertamente la santa andariega ni estaba especializada en medicina ni hizo tampoco ningún doctorado. Ni podía imaginar que con el tiempo, después de algunos siglos, le iban a dar el título de doctora. Ciertamente no tuvo que presentar ningún trabajo, pero sus obras y sus escritos la hicieron merecedora de un título que muy pocas personas ostentan.

Uno puede esforzarse en hacer un doctorado por verdadero amor a la investigación o simplemente porque padece la enfermedad de ‘titulitis’. Puede aportar mucho con ese trabajo o puede no aportar nada.

Lo que nunca pensó el presidente Sánchez es que el doctorado le iba a traer tantos dolores de cabeza. Casi habría que decir aquello de que los doctorados y los masters los carga el diablo. Independientemente de que guste o no su gestión como presidente a nadie se le puede desear que sufra, tampoco a Sánchez. Pero más de uno habrá recordado la frase bíblica: «Quien a hierro mata a hierro muere». Parece claro que algunos emplean dos varas de medir. Se puede reprochar al adversario por las presuntas irregularidades a la hora de obtener algunos títulos, pero se ven las cosas de diferente modo cuando afectan a uno mismo.

Lo peor de todo esto es que mientras algunos alumnos consiguen titular gracias a un gran esfuerzo y tras no pocos gastos, otros lo tienen mucho más fácil. Por lo demás me atrevo a decir, aunque no sea políticamente correcto, que no tiene sentido revolver el pasado. Si uno cumple bien con sus funciones, ¿qué importa que le hayan regalado el título? Si todos los que en este mundo han llegado a donde están por enchufe volaran, no volveríamos a ver el sol. La diferencia está en que en algunos casos se descubre y en otros permanece oculto, dando lugar a actitudes de hipocresía.

Quienes nos guiamos por el pensamiento cristiano y creemos en la conversión no entendemos que se pueda estigmatizar y anular totalmente a una persona por su pasado. Pero nuestra sociedad se ha vuelto cada vez más cruel. Sinceramente, aunque a Cifuentes, a la ministra Montón, a Sánchez, o a Casado les hayan regalado sus correspondientes titulaciones como a tantos otros y otras, no por ello pueden dejar de tener buenas cualidades para cumplir determinado papel. Lo que pasa es que es una buena disculpa para atacar a los otros, sin pensar que después se puede volver contra uno.
Lo más leído