14/02/2017
 Actualizado a 19/09/2019
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En agosto de dos mil once nos reunimos unos cuantos exalumnos del Seminario Menor de La Bañeza para celebrar el cincuenta aniversario de su apertura. Se cerró como tal en mil novecientos noventa y cinco y ahora es un impresionante centro residencial gestionado por Mensajeros de la Paz. Desgraciadamente ha sido noticia en las últimas semanas, debido a las denuncias de algunos abusos cometidos por alguno de sus formadores. Ello nos entristece en primer lugar por las víctimas, pero también por quienes, dotados de grandes cualidades, han caído en tan lamentable torpeza. Entendemos el sufrimiento y la indignación de quienes sufrieron los abusos, pero también es fácil de constatar que no faltan quienes aprovechan estas penosas circunstancias para airearlo lo más posible y de paso favorecer el descrédito de toda la Iglesia. Si esto ocurriera, por ejemplo, en un instituto con un profesor seglar, seguro que no se daría tanto lujo de detalles y que la gente no tendría la tentación de generalizar.

Pues bien, los alumnos que celebramos el cincuentenario y otros muchos que no pudieron asistir, guardamos un recuerdo agradecido del Seminario de la Bañeza, a pesar de algunos malos recuerdos del frío pasado, de la no siempre sabrosa comida o de la exigente disciplina. Pero no se puede empañar por algunos hechos puntuales tan desagradables toda la trayectoria de sus sesenta y seis años de existencia. Además de salir de él varias generaciones de sacerdotes bastante bien formados y comprometidos, hay cientos de ciudadanos que pasaron por sus aulas y han triunfado en los diversos campos de la vida.

Dígase otro tanto de sus profesores y formadores, verdaderamente entregados y abnegados, que en condiciones bastante precarias se esforzaban en darnos una formación integral digna de admiración. Quienes hemos dedicado toda nuestra vida a la docencia en centros civiles añoramos ahora aquella exigencia que entonces podría parecernos excesiva, pero que ayudaba a forjar la personalidad, y ya nos gustaría que nuestros alumnos pudieran alcanzar el nivel que se alcanzaba en el ahora tan denostado por algunos centro educativo.

Respetando las opiniones y decisiones de quienes desean manifestar su indignación, nos parece que, sin dejar de considerar la gravedad de los hechos denunciados, totalmente inadmisibles, se están adoptando algunas actuaciones más bien desproporcionadas y que en medio de este río revuelto no faltan pescadores que tratan de sacarles partido a cualquier precio.
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