31/05/2018
 Actualizado a 16/09/2019
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Mis amigos son buena gente... pero raros. Normal, porque para soportarme a mí, que soy el más raro de todos, ya me diréis. Otra cosa que me enorgullece de ellos es el terrible apego a sus ideas. Por ellas son capaces de hacer los mayores sacrificios. Uno de ellos, por ejemplo, recorrió la semana pasada cuatro estancos de esta ciudad porque en tres, sí, en tres, sólo encontró sellos con el careto del Rey. Sólo en el cuarto consiguió comprar cien sellos que tenían pintada en su anverso no sé que catedral. De los tres primeros huyó como alma que lleva el diablo, ya que él es muy republicano y antes muerto que sencillo. No, no es de Vegas, que sois todos unos malpensados y con eso que los de Vegas somos la hostia, todo lo extraño tiene que venir de allí.

Cuando me lo contó, esbocé una sonrisa y le dije que no fuese paranoico. Se enfadó, claro, y me explicó que con la que está cayendo en esta España nuestra, (lo de los ‘polacos’ y eso), esto de los sellos del Rey es una conspiración nacionalista, (y de las Jons, añado yo), para ensalzar los símbolos patrios, esos que apestan a pasado, a Franco y a ‘Dios, Patria y Rey’, como lo de colgar la bandera de Astorga, perdón, de España, en los balcones.

Puede que tenga razón. Sí, seguro que la tiene. Don Mariano Rajoy, ese que estudió en las Discípulas y en los Jesuitas de esta capital, se pasa las noches de turbio en turbio pensando en como subir la autoestima del Rey, que el pobre está de capa caída desde la movida de la contraria y de su madre en la catedral de Palma. Tras de que su Santa estaba mal considerada por la mayoría de los que ven el Sálvame en Tele5, sólo faltó la dichosa bronca para que los índices de aceptación de la monarquía cayesen por los suelos. ¡Si es que...! Pues eso, que Mariano, (ese mismo que firmaba las cuentas negras de su partido como M. Rajoy), no tiene otra cosa en que pensar que en subir la fe de los españoles en su Rey; lo de que su partido se esté desmoronando como un castillo de naipes no le importa en absoluto; lo de que los jueces hayan metido en el talego a varios ex de su predecesor y avalista político, el señor Áznar, o de que los encargados de las cuentas del partido de la gaviota tengan que estar enchironados los próximos veinte años y un día, no es importante. Son accidentes que se producen cuando uno tiene la desgracia de dejar de disfrutar de los mejores años de la vida para gobernar a una banda de desagradecidos, de envidiosos y de tontos que se dejan engatusar con los cantos de sirena de los de Podemos o de los de Ciudadanos. Porque el señor M. Rajoy, que lo sepáis, tiene asegurada la manduca para él y para sus hijos y nietos, aunque tengan la desgracia de vivir dos vidas. No en balde fue número uno en las oposiciones a Registrador de la Propiedad, trabajo que, sólo por el nombre, tiene que ser la hostia. Y, ¡ya veis!, todo ésto fue dejado de lado para ganar un sueldo de miseria, primero como diputado y luego como ministro y presidente del Gobierno. Rajoy es un enreda bailes, y, por lo tanto, es perfectamente posible que este asunto de los sellos de mi amigo no sea otra cosa que un último servicio en favor de la monarquía o de los que realmente detentan el poder en España, que no sé quienes son, pero a los que me encantaría conocer, para cantarles aquello de «niño, deja ya de joder con la pelota».

Menos mal que nos queda el Madrid para pasar estos malos ratos que nos hacen vivir. Sí, sí, el Madrid ha ganado otra copa de Europa y en este país parece que no hubiera sucedido otra cosa en los últimos seis meses, (sí, sé que exagero, pero poco). Lo peor de esto es que la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre va a ser muy capaz de lanzar una serie de sellos conmemorativos de la efemérides. Y por ahí sí que no; por esto no trago. No sé él (mi amigo) pero uno tiene clarísimo que no comprará tales sellos de ninguna de las maneras. Por lo tanto, y en consecuencia, no volveré a escribir cartas a mis corresponsales hasta que se agoten. Lo siento, porque como uno es más antiguo que los rosarios con cuentas de nácar, me niego a utilizar el Internet para mandar cartas de amor, que es mayormente lo que uno escribe. Donde esté el papel y un bolígrafo bic para exponer las penas y las alegrías, que se quite todo. Tengo una corresponsal en Montana que me estuvo dando la brasa para pasar de las cartas y escribirnos por la red. Me negué y la he perdido, ¡con lo buena que estaba! Cómo veis, uno también saber ser fiel a sus ideas y a sus manías. Menos mal que me queda la rusa, una que vive en un pueblo al lado del lago Baikal, en Siberia. Está tan colada por mis huesos y por las cosas que la cuento en las misivas, que me ha concedido asilo político en su casa si las cosas se tuercen, más, por aquí. Además, ¡claro!, de ver el mundial de fútbol en directo.

Salud, anarquía y tres..., de lo que queráis, cada día.
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