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Seguridad alimentaria

02/09/2019
 Actualizado a 19/09/2019
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Es bastante probable que usted sea tan escrupuloso y estricto con lo que come como yo. A pesar de la formación que tenga y de las precauciones que tome, en más de una ocasión intentarán colársela con sustancias ocultas en los alimentos procesados, ingredientes descritos en una tipografía que cuesta trabajo leer o con saborizantes que disfrazan los platos con intención de engañar.

Para el resto, para los que no se preocupan más que de tragar lo que le pongan, donde se lo sirvan y como se lo presenten, afortunadamente está eso que se llama seguridad alimentaria y que va desde el autocontrol en las industrias hasta las inspecciones rutinarias por parte de los servicios oficiales.

Una parcela desde la que se programan, gestionan y controlan las actividades de salud pública encaminadas a proteger y fomentar la salud de los consumidores con controles en la producción, transformación, almacenamiento, transporte, manipulación, comercialización y ventas de alimentos, bebidas y productos relacionados directa o indirectamente con la alimentación, incluida su autorización.

En estos días en los que tras el brote de listeriosis con la carne mechada parece que se multiplican los casos de salmonelosis, de toxina botulínica, de bares y restaurantes que piensan que en agosto todo vale y de chiringuitos y ferias que cocinan y venden en la calle con treinta y tantos o cuarenta grados al sol productos que deben permanecer siempre refrigerados. Y algunos hasta dirán que está bueno.

Si es hostelero, comerciante del sector de la alimentación o propietario de una industria alimentaria no hace falta que le hable de los controles que realizan los veterinarios, farmacéuticos y biólogos en las instalaciones porque ya conoce de qué va el tema. Pero si es un consumidor de a pie y no lo hace, le aconsejo fijarse un poco en las etiquetas cuando va a comprar y en el entorno cuando entra en un bar. Aunque haya quien vigila por usted algunas cosas –que si no fuera por ellos, muchas veces comeríamos mierda, con perdón–, no está de más pensar un poco antes de consumir.
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