07/06/2019
 Actualizado a 18/09/2019
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Pasadas las dos citas electorales después de meses y meses de campaña, la sensación que me ha quedado es extraña, algo así como que mi voto no ha servido para mucho, como si nuestros políticos nos hubiesen hecho una consulta no vinculante.

Me siento como si hubiese vuelto a la niñez y se me hubiese pedido opinión sin saber exactamente si finalmente se va a respetar. El tiempo del votante ya ha pasado, hemos hecho nuestro papel llenando con más o menos fortuna los distintos actos públicos, aguantando debates y promesas y ahora es el tiempo de ‘los profesionales’. Ellos, los políticos, sabrán cuadrar el sudoku de siglas y minorías mayoritarias para darnos a los ciudadanos lo que realmente necesitamos, todo por nuestro bien. Entiéndaseme la ironía…

Es tiempo de pactos y no parece que la ideología y los programas tengan mucho que ver en todo esto. Parece que en muchas ocasiones depende más del efecto mariposa que como muchos de ustedes sabrán, viene a postular que ante dos mundos idénticos pero separados, el simple aleteo de una mariposa en uno de ellos, puede provocar que ambos mundos sean muy diferentes.

En esa teoría del caos en la que en ocasiones se convierte la política, también parece existir el efecto mariposa, de manera que un acuerdo de gobierno en una pequeña localidad de Navarra o de Canarias, puede condicionar la formación del Gobierno de la Nación.

Tras los pactos y acuerdos de gobierno, mucha gente verá que su voto ha ido a apoyar programas muy alejados de sus ideas y vendrán los lamentos, decepciones y la desafección hacia la política.

En lo que a mí respecta, me gustaría saber para qué termina sirviendo mi voto, porque el voto emitido significa nuestra elección final y no representa un voto delegado a favor de la formación política a la que hayamos votado, para que ellos decidan lo que hacer con nuestros votos, por nuestro propio bien en el mejor de los casos o por el bien de algún interés político en el peor de los casos.

Dentro de todas las reformas que necesita nuestro país, una necesidad imperiosa es la modificación de la Ley Electoral para que entre otras cosas, se instaure la doble vuelta en nuestros procesos electorales, de manera que podamos elegir en segunda votación entre los dos partidos más votados y que sean los propios partidos los que acudan a esa segunda vuelta con los deberes hechos y con los distintos posibles pactos de gobierno, para que los ciudadanos podamos votar con conocimiento de causa y con las cartas boca arriba.

No sé si será porque me voy haciendo mayor y más liberal con los años, pero cada vez llevo peor que decidan por mí, aunque sea por mi bien.
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