Secundino Llorente

¿Segunda oleada ya?

20/08/2020
 Actualizado a 20/08/2020
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El día de San Juan yo escribía en este blog: "A la salida de este estado de alarma nos encontramos en un momento muy difícil, complicado y peligroso. Todos soñamos con que esto pasará y que volveremos a estar de nuevo juntos, pero con calma y sin prisas porque tenemos que tener muy claro que el enemigo sigue estando ahí, suelto y sin que podamos verlo. Sería muy triste que volviera a haber repuntes y tuviéramos que regresar al inicio de la desescalada. Deberíamos aprender de la historia que, a veces, se repite. La peor pandemia conocida fue la Gripe Española de 1918 en la que hubo más de quinientos millones de afectados y más de cincuenta millones de muertes. La mayoría de estas muertes se produjeron en la segunda oleada, cuando los que se habían salvado de la primera comenzaron a celebrarlo con fiestas en las calles sin valorar el riesgo que tenían porque el virus aún no había desaparecido".

Ni caso. Nadie ha escuchado a las autoridades políticas y sanitarias y, por supuesto, nadie hizo caso a mis palabras. Ya nos hemos olvidado de que fueron necesarios cien días de confinamiento absoluto para evitar el espantoso y aterrador espectáculo en los hospitales con gran número de muertes. Los sanitarios se 'despepitan' advirtiéndonos de lo que nos espera si seguimos así. Ellos lo sintieron muy cerca en la primavera y no pueden entender que ya lo hayamos olvidado. El relajamiento amenaza con llevarnos a una segunda oleada terrible de pandemia.

En estos dos meses hemos caído en los mismos errores de la epidemia de 1918 con el nombre de 'gripe española' en la que en su primera oleada de primavera en España se impuso el aislamiento lo que evitó la debacle a pesar de los casi 30.000 difuntos. Durante el verano se dio un cierto relajamiento y se celebraba la superación de la pandemia, aunque el virus aún estaba allí y con una mutación incluso más letal. En el mes de septiembre llegó una segunda oleada con rebrotes masivos e incontrolados por ciudades y pueblos que produjo en el mundo más de 50 millones de fallecidos y unos 300.000 en España. ¡Terrible desolación! Posiblemente hasta hace unos meses muchos lectores no habríais oído hablar de la 'gripe española' y, por culpa del coronavirus, habréis conocido que esta fue la peor epidemia de la historia catalogada como "la madre de todas las pandemias". Estábamos advertidos de que la historia podía repetirse y, hasta aquí, lo estamos copiando al pie de la letra. Vamos lanzados al mismo precipicio de 1918.

Desde el final del estado de alarma he sido testigo de primera fila en Salou de la evolución de los rebrotes. Ahora las culpas ya no están centradas en el gobierno o las autonomías, tampoco podemos culpar al turismo extranjero porque no ha venido, ahora son nuestros jóvenes los que acaparan casi todos los boletos. Salou históricamente era considerada la ciudad ideal para estas fiestas estudiantiles, y este año muy especialmente, centradas en el ocio nocturno donde se relaja el distanciamiento y el uso de mascarillas, las ganas de diversión pueden a la razón y el alcohol hace el resto. Según los datos del Ministerio de Sanidad, la mayor parte de los rebrotes activos se han producido precisamente en estos lugares de ocio nocturno, con grandes aglomeraciones, sin distanciamiento y donde las mascarillas brillan por su ausencia. Ocho de cada diez contagiados son menores de treinta años y esto es positivo porque al ser tan jóvenes la mayoría son asintomáticos, no colapsan hospitales y aumentan la 'inmunidad del rebaño'.

En el mes de junio Salou era un paraíso maravilloso lleno de belleza, paz y silencio. Pero, lógicamente, duró muy poco esta calma. Recuerdo que por esas fechas se celebraban los exámenes de selectividad y una profesora de un gran colegio de Barcelona que acompañaba a muchos alumnos a las pruebas me comentaba: "Secundino, estos chicos están locos, no dan ninguna importancia al virus, no guardan ni distancias ni controles, al salir de cada examen todos se abrazan, no hacen ningún caso a nuestros consejos, se reúnen para comer y muchos para dormir, ya podemos prepararnos para lo que va a venir".Aquí, en Salou, se citaron miles de alumnos para celebrar, como siempre, sus éxitos en la descafeinada selectividad de este curso. Verdaderas bandadas. Era el único turismo de Salou que dormía por la tarde en la playa y rugía por la noche en los pubs y discotecas hasta el amanecer. Algunos están acostumbrados al botellón semanal y continuaban esta costumbre en las playas o plazas del pueblo. Malditos botellones, cuántos problemas han originado. Por si esto fuera poco, aquí se juntan cada fin de semana la mayoría de despedidas de solteros y solteras de España. No sé de dónde salen tantos porque las estadísticas dicen que han bajado las bodas. Estos sí que vienen a "darlo todo" en dos días sin límites ni miramientos y, por supuesto, sin ninguna cautela y prevención. Ellos son jóvenes y se creen totalmente inmunes, aunque no siempre es así. He oído una entrevista al tenista búlgaro Grigor Dimitrov, con 29 años y una salud como un toro, confesando cómo le ha afectado el haber estado infectado por coronavirus con secuelas en su vida y en su juego.Lo grave es que la mayoría de estos jóvenes son asintomáticos y al volver a casa con sus padres y abuelos originan focos de rebrotes sin enterarse. Me encanta la carta de la Asociación de Abuelos de España a sus nietos: "El virus a vosotros os tiene cuatro días en el hospital y os vais a casa, pero probablemente le habéis pasado el virus a vuestro abuelo o abuela que también está unos días en el hospital, pero cuando sale de allí no es para volver a su casa con sus hijos o nietos".

Ya estamos en una situación de "focos descontrolados". Los contagios diarios van a más cada día. YA ESTÁ BIEN. Hasta aquí hemos llegado. Vale ya de celebraciones. Se han suspendido todas las fiestas, desde las Fallas o Sanfermines a los miles de fiestas populares. Parece que vamos en sentido contrario a las recomendaciones de las autoridades: mientras estas piden la supresión, se buscan motivos para celebrar más que nunca. Desde el Ratoncito Pérez del niño al ascenso a cuarta regional todo sirve como motivo para organizar una reunión de celebración con las consecuencias anejas. En León tuvimos suerte de que la Cultural Leonesa fuera eliminada por el Sabadell y así nos libramos de cientos de contagios en una noche loca de celebración como ocurrió en la ciudad catalana.

Nos encontramos en un momento crucial y la responsabilidad es de todos, no sólo de las autoridades. Los mayores y, principalmente, los padres somos muy importantes para concienciar a la juventud del peligro que nos acecha. Todos juntos podemos pararlo.¡AUNQUE UN POCO TARDE, AÚN ESTAMOS A TIEMPO DE EVITAR LA SEGUNDA OLEADA!



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