Sección de complementos

18/02/2021
 Actualizado a 18/02/2021
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En las tierras donde se sale al panadero en bata guateada, al vino se llega del trabajo con el mono atado con una cuerda de ‘paca’, la cabeza se protege con boina o pañuelo anudado al cuello, las chaquetas tienen muchos bolsos para llevar de todo en ellas y no le faltan dos grandes a los mandiles de la abuela para meter un currusco de pan, un dedal, una aguja e hilo por lo pueda surgir y algún caramelo si tiene nietos... en esas tierras, digo, la estampa de la fotografía es absolutamente natural y habitual.

Las madreñas y el paraguas aseguran poder salir de casa en cualquier contingencia sin ningún problema. Si pita el panadero o el pescadero y el suelo está húmedo, o por costumbre, te calzas las madreñas y a la calle, que al regreso dejas las madreñas otra vez allí y entras en casa con el calzado limpio, sin manchar, sin necesidad de andar poniendo páginas de periódico (servimos para todo) en el suelo.

Y si llueve... pues madreñas y el paraguas, que ahí está esperando a sus dueños. Uno de hombre y otro de mujer, como las madreñas. Los paraguas se sabe por el color, las madreñas por el número.

Ahí están. Solo son unas madreñas y unos paraguas y  una calle vacía, y, sin embargo, son una forma de vida, una forma de estar.
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