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Se necesitan trabajadores

24/07/2021
 Actualizado a 24/07/2021
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Cada vez que escucho las estadísticas de la población que vive en nuestro país en situación de pobreza o del número de desempleados, me pregunto de qué está hecha nuestra sociedad si permanece adormecida y no es capaz de salir a la calle y gritar basta ya. Me refiero a adoptar un papel más reivindicativo que alguna coz suelta en redes sociales o en una conversación de barra de bar.

Una posible explicación a este inmovilismo es que no estemos tan mal como el escenario dibujado por esos datos tan dramáticos. Claro que hay miles de personas que viven en una situación más que precaria y que incluso con las ayudas públicas no pueden disfrutar de una vida digna. Pero me corroe el interés por saber qué es de los otros. Los que engrosan las estadísticas mencionadas anteriormente y hacen muy poco o nada por salir de éstas.

Este dilema me asalta de manera recurrente cuando leo o escucho alguna información o charlo con un empresario que no es capaz de encontrar a gente que quiera trabajar en ciertos puestos. Y no me refiero a trabajos mileuristas, pero claro, no son de lunes a viernes de ocho a tres, sentados en una oficina con aire acondicionado. En este sentido, recientemente escuché a un representante de la hostelería decir que no encuentran camareros y los pocos valientes que aceptan el reto son gente sin experiencia.

Pero si cambiamos diametralmente de sector y nos vamos a la construcción nos topamos con el mismo hecho insólito. Están varios grupos de investigadores patrios e internacionales estudiando la desaparición en masa de los oficiales de primera. Una de dos, o los eliminaron al acabar sus últimas obras como a los constructores de las pirámides o fueron abducidos por unos seres extraterrestres para comenzar a urbanizar algún planeta más allá de nuestra galaxia. ¿Y qué me dicen de los yonkis a los Erte? Conozco ya varios casos que cuando el empresario les dice que se tienen que reincorporar al trabajo, tuercen el morro y exponen excusas varias para intentar retrasar su vuelta.

No nos engañemos, la clave de este asunto está en la balanza entre recibir una cantidad de dinero por no hacer nada u otra mayor, pero eso sí, teniendo que trabajar para conseguirla y quizás en fines de semana o en horario partido. Y si a la primera opción le sumas algún trabajo esporádico extra en negro, pues estamos ante el cóctel perfecto. Sé que no es muy políticamente correcto, pero algún día habrá que acometer un debate profundo sobre qué tipo de ayudas y en qué casos concretos se están dando y las situaciones anómalas que están provocando.
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