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Se descerrajó de un tiro

16/02/2020
 Actualizado a 16/02/2020
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Para decirlo que lo entendáis bien, lo que nos ocurre muchas veces en la ruralidad rural es que «ya estamos hasta los guevos y guevas» y acabamos pensando si no es mejor que nos dejen en paz de una vez o vamos a retomar la idea de hacer un pantano con la curva al revés. Es decir, hacemos la presa mirando para abajo, subimos el agua con unas bombas y cerramos la presa para que vaya tapando ciudades cuesta abajo hasta llegue a Madrid pasando por Valladolid.

Ya sé que hay pueblos, pero hacemos un pantano como la pistola de Santiago el de Argovejo, que sólo mataba ecologistas, te pegaba un tiro y si no eras ecologista no hacía ni cosquillas. Pues este pantano igual, si eres pueblo pues el agua pasa de largo, no hace ni presa.

Y es que desde que un escritor les ha recordado que existe la ruralidad, pero poco; en castellano (y en lleunés, no vayamos a ofender) que quedamos cuatro se han empeñado en salvarnos y además de no tener ni puta idea de cómo hacerlo cada vez que hablan nos meten otra puñalada. Recuerdan a un viejo poema de Luis Mateo Diez (a ver si te crees que no sabemos citar sin el mote) que ya contaba en 1972 cómo los sabios urbanos nos visitaban, «un hombre ilustre que buscaba el alma del pueblo» , y escribía: «Se acercó al campesino / y después de invitarle a un tinto / en la cantina / dijo solemnemente: / ‘Oh, yo le admiro / usted posee la sana alegría / que da la ignorancia’. / El campesino sonrió / con la mosca detrás de la oreja».

Pues eso. Que cada vez que hablan nos llaman tontos, con palabras suyas, pero van a intentar salvarnos pese a que dan a entender que será difícil porque somos más raros que un Gran Hermano VIP con gente que tenga bachillerato. Dejan caer que si seguimos aquí por algo será, lo que nunca se han imaginados es esos algos.

Y como sé que esto no lo lee Igea y toda esa ralea, que diría Angelillo, os voy a ir contando en varias semanas porqué se han quedado aquí, varados, muchos paisanos. Sólo os avanzo una cosa, Mones el de Riaño avisó que si le tiraban su casa se pegaba un tiro. Y al amanecer del día que se la iban a demolerse escuchó un disparo de escopeta en su casa. No sabéis nada de la gente de palabra.
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