‘Se busca camarero’

Un conocido asador marbellí colgó hace unos días en sus instalaciones un cartel que debería ser un espejo de la vergüenza para un municipio de la Costa del Sol con unas tasas de ocupación hotelera altísimas y unas cifras de paro que rondan el 15 por ciento. Explican a sus clientes que este verano no hay arroces en la carta porque no encuentran arroceros ni camareros dispuestos a trabajar como personal del establecimiento.

El de Málaga se ha hecho viral por las formas y porque el negocio ya se hizo famoso a cuenta de la ley antitabaco pero no es el único caso que este verano he conocido de primera mano, donde la cultura de la ‘sopa boba’ ha llevado a hosteleros a reducir los servicios que prestan, a quitar platos de las cartas o mesas de las terrazas, incluso a cerrar un día a la semana por no encontrar personal para atender a una clientela que en verano hace a los hosteleros cuadrar las cuentas para el resto del año.

Nunca he trabajado en el sector pero sé que los salarios en muchos negocios de hostelería son bajos, claro que sí. Pero también se compensan trabajando horas extras y con las propinas de las mesas. Pero es más fácil ignorar los carteles de ‘se busca camarero’ o ‘se necesita personal’ mientras esté el gobierno de turno que a final de mes te va a dar una propina por quedarte en la cama o por pasarte el día en la playa o en la piscina. Luego nos quejamos de que en el campo andaluz la mitad de la cosecha quede en los árboles y de la poca mano de obra que se ve que nueve de cada diez empleados temporales son extranjeros.

El aviso del asador de Marbella y las decenas de carteles que se ven en los cristales de bares y restaurantes leoneses ofreciendo trabajo sin respuesta resumen las circunstancias y la situación en la que se encuentra España, donde es difícil encontrar mano de obra porque para los defensores del rito de la ‘soba boba’ es mejor estar en casa cobrando un subsidio a perpetuidad, que trabajando por un salario digno. Vamos, el ideal de esa izquierda que vive a costa del voto cautivo de millones de sumisos que se mantienen gracias a los que trabajamos en el sector privado y a los que nos desangran a impuestos.