Se abre el Perdón

29/12/2020
 Actualizado a 29/12/2020
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La pequeña Compostela sabe de perdones. La puerta de su iglesia de Santiago conoce los entresijos que han justificado cada jubileo antes de entrar en Galicia. Jato también. El hospitalero de ojos transparentes y mariposa en el espíritu acaba de besar suelo jubilar tras el sueño de un viaje a Santiago, concebido desde la nada y dos burros, con la vestimenta de un deseo voluntario de ser. Él también sabe de los siglos a las espaldas de una puerta en los que se perpetúa la necesidad del Camino para quien quiere mirarse al completo y construirse sobre sí mismo. La reflexión de lo espiritual, los pies amordazados por las ampollas nacidas con cada paso, el tímido susurrar de las huellas restando kilómetros, el ‘buen Camino’.Villafranca sabe de peregrinaje auténtico y del sabor de los tatuajes inmortales. Por eso tiene una puerta que abrir cuando el Jacobeo llama a ella. Toca este, el que busca dejar atrás al capicúa más difícil de pronunciar para liberar la garganta de nudos y comenzar a despuntar desde la sabia de ese perdón que hay que buscar. El peregrinaje se ha quedado en deseo en 2020, una situación paciente, en la que el rezo buscaba abonar una deuda de luz que se quería pagar. Es la nómina por seguir, por los que se perdieron en él, por las estrellas paridas y por una aguja que comienza a cosernos, de nuevo, a la vida. Villafranca se descubre desde dentro de la puerta y toca la campana de la esperanza. Es aquí, dice, donde todo empieza de nuevo. Y se deja al viento para que empuje su madera centenaria y arrastre lo que queda, y traiga lo que viene. Un empuje acompañado de letras conquistando a los escritores en un contubernio cándido que quiere contribuir en el renacer del año jubilar. Villafranca se empapa ya de futuro dejándose querer por la caricia de una administración que habla de millones con soltura al rescate de lo robado al peregrino en un año de pandemia del que esperar y al que pedir perdón.
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