Secundino Llorente

Schleicher, la mejor visión del futuro de la educación en España

19/08/2021
 Actualizado a 19/08/2021
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Andreas Schleicher dirige el área de Educación de la OCDE (Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico) y es responsable del informe Pisa, la prueba educativa internacional más famosa en el mundo. Pisa viene a ser una radiografía comparada de los sistemas educativos de 79 países y mide los conocimientos en matemáticas, ciencias y lectura de los alumnos de 15 años. El último Pisa fue en 2018 y el siguiente, por culpa de la pandemia, se retrasará a la primavera de 2022. Schleicher, licenciado en Física y Matemáticas y especializado en estadística, podría ser, desde mi punto de vista, la máxima autoridad con prestigio, valía y credibilidad para hablar de educación. Él conoce perfectamente la situación de la educación en España y la última reforma educativa. ¿Quién mejor que él para opinar sobre las cuestiones más ‘candentes’ en el mundo educativo español actual? Pues la semana pasada, con motivo del final de curso y con vistas al comienzo del próximo, nos regaló una entrevista en El País en la que nos ha dejado ‘unas perlas informativas’ que no tienen desperdicio y de las que pretendo opinar aquí. Por supuesto, respetando siempre las palabras de Schleicher, el gran gurú de la educación en el mundo actual.

En el curso 2020-2021, marcado por la pandemia, todos los centros educativos redujeron las ratios, con desdobles o disminución de alumnos por grupo hasta respetar las condiciones marcadas por la normativa. Consecuentemente aumentaron los cupos hasta tal punto que fue necesario contratar a casi cuarenta mil profesores con los millones de euros que esto suponía para las arcas del estado y las autonomías. El profesorado, a pesar de las dificultades de la pandemia, empezó a saborear las ventajas de los grupos pequeños. Yo he oído a los profesores hablar de las maravillas de este curso al tener grupos asequibles para trabajar atendiendo de modo individual y excelente a cada alumno. La gran duda estaba en saber si podrían seguir con este ‘caramelo’ al que se habían acostumbrado o no. A finales del mes de mayo se reunieron la ministra de Educación, Isabel Celaá, y la de Sanidad, Carolina Darias, con los consejeros autonómicos de ambos ramos para acordar que «las clases en colegios e institutos volverán a tener en septiembre prácticamente el mismo número de alumnos que antes de la pandemia». Las comunidades autónomas podrían meter a más estudiantes por aula para reducir costes y garantizando en todas las etapas educativas la enseñanza presencial plena. Adiós a los más de treinta y nueve mil profesores que confiaban ser consolidados para, así, poder dar un salto en la calidad de la enseñanza. El documento aprobado deja muy claro que los colegios podrán volver a tener los mismos alumnos que el año anterior a la pandemia, según las ratios máximas que tenga establecida cada autonomía en su normativa. A la pregunta de si está de acuerdo en que en España los gobiernos autonómicos quieran prescindir de la mayor parte de los docentes incorporados con motivo de la pandemia, esta fue la respuesta de Schleicher: «Es difícil. Esa fue una medida en respuesta a una crisis y en algún momento tenemos que reajustar. Y no creo que la calidad de la educación dependa tanto del número de personas. Si yo estuviera en España no solo contrataría a más gente, sino que también invertiría más en su formación, en el entorno en el que los alumnos aprenden... La calidad del aprendizaje tiene más que ver con cómo de bien están preparados los profesores, qué clase de apoyo reciben, cómo de bien colaboran o la relevancia del currículo».

¿Qué le parece, señor Schleicher, la reforma educativa española? «Está muy en línea con lo que estamos viendo en muchas partes del mundo. Hoy, la evaluación de los jóvenes no consiste simplemente en pedirles que reproduzcan lo que saben, sino en decirles: ¿puedes darle sentido a lo que sabes?, ¿puedes aplicar tus conocimientos?»

¿Cree usted que el cambio perjudicará especialmente a los alumnos de aquellas familias que no tienen la cultura o el dinero necesarios para proporcionarles conocimientos adicionales fuera de la escuela? «Todos nos ponemos muy ansiosos cuando nuestros hijos dejan de aprender lo que solía ser importante para nosotros. Y nos ponemos todavía más ansiosos cuando empiezan a aprender cosas que ya no entendemos. Hay mucha gente en España que completa titulaciones universitarias avanzadas y tiene dificultades para encontrar un buen trabajo. Y al mismo tiempo, los empleadores españoles dicen que no encuentran a las personas con las habilidades que necesitan. Ese es el problema fundamental. Tienes un sistema educativo preparando para un mundo que ya no existe. Es duro para los padres aceptar que el mundo de nuestros hijos es diferente a la imagen que tenemos del nuestro. Pero en eso consiste la educación, en preparar a los estudiantes para su futuro, no para nuestro pasado».

¿Cómo ve usted que un sector del profesorado también rechace el nuevo modelo educativo? «Creo que es importante apoyar bien a los profesores en el cambio. No puedes decir simplemente: cambiamos el currículo, arréglatelas. El sistema debe invertir para ayudarles y prepararlos. De otra manera, los cambios no desarrollan raíces profundas».

Es curioso que tenga que venir un alemán, con sede en París, para darnos la visión del futuro sobre nuestra educación.
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