Sara, la leonesa que reabrió el debate de la muerte digna

A Sara, leonesa, joven (35 años), ingeniera esa vida que parecía que le iba a sonreír la golpeó con una rabia inusitada hasta convertirla en un infierno de enfermedad y dolor que no pudo soportar. Esta semana saltó a las páginas de todos los periódicos su decisión de morir

Fulgencio Fernández
15/08/2021
 Actualizado a 15/08/2021
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La noticia tenía todos los ingredientes para remover todo por dentro. Y más en León, la tierra de nacimiento de su protagonista, Sara, de 35 años, ingeniera...

Los datos biográgficos nos hacen pensar en una triunfadora, joven, buena estudiante, licenciada en una de esas carreras que abren tantas puertas y, sin embargo, esa vida se tornó en un infierno en plena juventud. Dolor y enfermedad se convirtieron en sus compañeros inseparables, azotando cada día un poco más, hasta desembocar en esa enfermedad tan cruel como silenciosa y excesivamente oculta, con menos presencia que el cáncer o el alzehimer pero cruel hasta decir basta: ELA.

Y la ELA llegó a la vida de Sara, fue minando sus fuerzas y su capacidad de resistencia, fue derrotando a las ganas de vivir pues el futuro solo ofrecía más dolor. Y Sara alquiló una habitación y se fue para siempre, dejando abierta la puerta a opinadores que nunca estuvieron a su lado, que nunca vieron su cara de dolor, que jamás intuyeron cómo la realidad le minaba las fuerzas.... Quienes estuvieron a su lado cuentan el dolor con tanta crudeza que produce escalofríos leer lo que dicen.

Y la leonesa Sara se fue en silencio perosembró el mundo de preguntas: «Con la ley de eutanasia ahí a la puerta ¿si fuera soportable no habría esperado?, ¿cuánto tiene que doler la vida para llegar a la conclusión de que sería insoportable que la ley no te amparase por joven, por ejemplo?, cualquier madre que haya enterrado a un hijo sabe de lo que hablamos, ¿cómo de insoportable tiene que ser el sufrimiento para que una madre llegue a la conclusión que la muerte es la salida más digna? Fíjate si serían conscientes de ello que pactaron que su madre no tuviera que pasar el trago de estar con ella en el adiós definitivo.

Y otras mil preguntas parecidas.
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