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Santidad, en su nombre

11/10/2021
 Actualizado a 11/10/2021
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Al Papa Francisco, argentino y peronista de los mismos gustos que la izquierda anticapitalista que en muchas ocasiones también se define como atea, los españoles le hacemos muy poca gracia. Y los españoles de bien que se dice en el lenguaje coloquial, le gustan menos todavía. Así lo ha demostrado muchas veces y no descubro nada si le digo que es una postura que se justifica en que nunca haya viajado a España ni lo hará el próximo año por mucho que el presidente autonómico gallego le haya invitado formalmente a participar en el doble año jacobeo.

Sorprende, aunque después de tener que aguantar durante años las arengas de la monja de Tucumán y de su compatriota morado en el Congreso de los Diputados viviendo en España y a costa de ella ya no debería asombrarnos nada, que Su Santidad venga a estas alturas a pedir perdón en nombre de nuestro país por lo negativo, sin antes reconocer lo positivo que hicieron los españoles en Méjico quinientos años después.

No reconocer a quienes llevaron la civilización y la fe católica en el siglo XVI a unos indígenas sin instruir, refutar a quienes construyeron las primeras iglesias y supieron inculcar unos valores que cinco siglos después aún se mantienen con mayor arraigo que aquí, negar a quienes crearon universidades y enviaron multitud de profesores y maestros para enseñar, además de crear hospitales entre otras muchas infraestructuras y rechazar la labor evangelizadora que hoy en día me parece admirable es de… Voy a dejarlo ahí.

Supongo que desde la perspectiva del Vaticano resulta más fácil criticar a los españoles por la evangelización de España en Latinoamérica y por llevar la cultura hace medio siglo que pedir perdón por la connivencia de un sector de la Iglesia con ETA en el País Vasco, cuando los terroristas encontraron refugio junto al Crucifijo y décadas después lo reconocieron, como tampoco es fácil pedir disculpas por el apoyo de algunos obispos a los golpistas catalanes o su bendición a los indultos. Por eso, Santidad, acaso hágalo en su nombre, no en el nuestro y deje a España tranquila.
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