22/05/2019
 Actualizado a 19/09/2019
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Abril es el mes más cruel». Al menos así lo cree T. S. Eliot. Ofrece sus razones, para una afirmación tan categórica: «Engendra lilas de la tierra muerta, mezcla recuerdos y anhelos, despierta inertes raíces con lluvias primaverales». Pese a la belleza de estos versos, por una vez, me temo que debo discrepar de un poeta, y discrepo tanto por los motivos sobre los que sustenta su alegación –salvo que sienta la vida, el renacer, como una crueldad–, como por el mes que elige como reo de semejante culpa.

Aunque considero que la crueldad sólo se puede predicar de los seres humanos, como también somos los únicos capaces de piedad –especie extraña la nuestra, como bien sabía Marco Aurelio–, si tuviera que condenar a un mes como cruel, aun a sabiendas de que sería un juicio injusto, yo elegiría el mes de mayo.

Mayo es el mes más cruel. Asumo que puede resultar paradójica esta afirmación, siendo mayo el mes de la Virgen y de las flores. Sin embargo, los estudiantes coincidirán conmigo en ello, sobre todo los malos estudiantes, las cigarras que no hicimos nada durante el curso y que al llegar mayo y los exámenes, vienen los arrepentimientos y los atracones de último momento para salvar como sea los exámenes.

En este momento desquiciante y obsesivo de tener que rendir cuentas me encuentro ahora. Dos exámenes me quedan para poner fin, de una vez, a mi etapa estudiantil que, a lo tonto, se ha prolongado hasta edad madura. Preparando uno de ellos, releo en el manual de referencia las causas por las que determinado país no pudo hacer frente a una grave crisis, entre las que me llaman la atención la debilidad demográfica, el envejecimiento de la población y la tensión ideológica entre izquierda y derecha. Aunque se refiere a Francia y a la crisis de los años 30, bien podía aplicarse a nuestra España de hoy en día, donde hay ya más perros que niños menores de 15 años y en la que la polarización de la sociedad dificulta todo empeño colectivo. Siendo hoy la festividad de Santa Rita, abogada de las causas imposibles, no estaría de más que nos encomendáramos a ella, ante la dejación de funciones de nuestros políticos.

Y la semana que viene, hablaremos de León.
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