Sanidad penitenciaria

Las personas privadas de libertad pierden su libertad pero ningún otro derecho, de modo que la situación en este momento pone de manifiesto una falta importante de recursos humanos, sanitarios y penitenciarios, especialmente de facultativos

Se trata de un conflicto de un colectivo olvidado, como nos recuerdan sus portavoces, en un medio estigmatizado
14/05/2019
 Actualizado a 09/09/2019
No hace tantos años que las prisiones españoles y sus Unidades Terapéuticas (UTES) eran visitadas por Delegaciones de otros países e incluso países como Irlanda las implantaban porque pensaban que otra forma de prisión era posible. No hace tantos años que con nuevos métodos se pretendía que una prisión fuera un espacio donde las personas privadas de libertad aprovecharan su tiempo y se cumpliera su gran objetivo que no es otro que la reinserción social. En los últimos meses, se han producido protestas de los funcionarios de prisiones y la semana pasada comenzaron las protestas de Sanidad Penitenciaria (médicos, personal de enfermería, auxiliares y farmacéuticos) en todas las prisiones del país. Se trata de unos profesionales que trabajan en situaciones excepcionales, cuyo cometido no es ni más ni menos importante que el del resto de profesionales sanitarios, pero sí quizá más delicado. En el caso de la cárcel leonesa de Villahierro, seis médicos se dedican al cuidado de los casi mil internos, y de ellos cuatro se jubilarán a lo largo de este año, sin que se tengan noticias sobre si se van a cubrir las plazas, lo que prácticamente aseguran que no se van a cubrir en los plazos que debería. Estamos hablando de un conflicto de un colectivo olvidado, como nos recuerdan sus portavoces, un medio estigmatizado, pero donde los trabajadores deben tener necesariamente los mismos derechos que quieren desempeñan su empleo lejos de prisión.
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