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Sánchez o la tinta del calamar

20/03/2022
 Actualizado a 20/03/2022
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A raíz de la subida del precio de la luz y la galopante y demoledora inflación el Gobierno echa balones fuera. La táctica del avestruz. ‘Y tan campante’, como anunciaba la famosa marca de güisqui escocés cuando cumplió su ciento cincuenta aniversario. El eslogan tenía su historia por aquello de la calidad del producto y su contrastada aceptación popular, pero lo del Ejecutivo de las mil caras no cubre gastos. Y es así, porque ante la desesperante y jodida situación que viene poniendo en jaque a las economías más modestas del país –ya se sabe, la cesta de la compra y todo lo que conlleva– el presidente Sánchez, también llamado ‘el voluble’, tiene el cuajo de señalar en el Congreso de los Diputados, que todo era culpa de Putin y su maldita invasión de Ucrania. El trastabillado regate del ‘amo’ socialista a la atemorizada realidad que se vive en España lo deja a los ojos de la sociedad, sin distinción de ideologías, a la altura de un chufla cualquiera. O de la mierda, que se entiende mejor.

Y que este caballerete sin jamelgo se atreva a pontificar –para dar verosimilitud a su embustero relato– «que es importante decir la verdad a los ciudadanos», pasa de castaño oscuro y de la raya. Durante casi cuatro años lleva escurriéndose por la cimbreante y guasona cuerda de la farsa –lo de los chanchullos durante la pandemia del Covid fue el sumun–, sin que se le borre la risa floja ni se le rebaje el tono de la palabra falaz. O el señorito en cuestión toma a la gente por idiota, que es lo más probable, o el que padece de idiocia es él y, en el mejor de los casos, parte de su séquito y asesores. En el peor la relación sería interminable. Tras el saco de mentiras que lleva soltando por esa boquita de piñón desde que se hizo con el poder, se descuelga ahora, impertérrito, con que hay que decir la verdad siempre. Lo que hay que decir –y destacar en negrita y subrayado– es la cara dura que se maneja este sujeto, sea cual sea el escenario y la dimensión que ello conculque. Y viva la tinta del calamar.

Al jerarca del PSOE, que es un hacha en decir una cosa y la contraria a la velocidad de la luz, no le llega la camisa al cuerpo desde que le llamaron al orden los que de verdad mandan en occidente. Ahí no tuvo más remedio que doblar. Primero, que no mandaría armas a Ucrania y la colaboración española se limitaría al envío de tiritas, agua oxigenada y otros apósitos yodados. Y algún tirachinas. Luego, que sí, que de acuerdo, que enviaría material bélico para apoyar al pueblo ucraniano en su desigual lucha contra el sátrapa ruso. Lo suyo, de verdad, es un caso de estulticia sin reparos. Y algo tan repelente y odioso como los vapores de las cloacas y sus pútridos desechos.
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