San Silvestre pasada por agua

La San Silvestre es una carrera diferente. En ella los grandes protagonistas no suelen ser los que participan en la prueba competitiva, los que corren más que nadie y se llevan el triunfo final, sino los que toman parte en la fiesta en la que tradicionalmente se convierte la popular.

Sin embargo esta vez la carrera larga fue la reina. Por primera vez desde hace varios años se igualaron la participación entre las dos distancias, la larga y la corta, debido a la lluvia que provocó que de los 4.500 inscritos para la gratuita apenas 800 acudieran, pero que apenas afectó a la de 7 kilómetros, que registró en torno a esas cifras.

¿El triunfo en ella? Fue a parar en categoría masculina al berciano Alejandro Martínez, que detuvo el cronómetro en 20 minutos y 14 segundos, y en la femenina a la madrileña Alicia Álvarez, con un tiempo de 24:31. Completaron el pódium entre los chicos Sergio Alegre y Álvaro Gutiérrez, y en las féminas Loreto Pacho y Laura Sánchez.

Ellos fueron los más rápidos de una prueba que tuvo también salidas diferenciadas en función del dorsal para evitar aglomeraciones en la salida, en una de las medidas que se tomaba dada la pandemia que también fue clave en el menor número de participantes con respecto a ediciones pasadas.

De hecho, aunque las mascarillas eran obligatorias antes de salir y al llegar, pero no durante el recorrido, en la popular fueron muchos los que decidieron realizar la prueba con ella, como medida de protección y, de paso, también contra el frío que se agudizaba al mojarse.

Eso sí, lo que no faltaron fueron los habituales disfraces, con los Papá Noeles como atuendos mayoritarios en esta prueba de 2,5 kilómetros en los que los primeros en llegar a meta fueron Ángel Martínez, Daniel Vivas y César Recio en categoría masculina, y Sara Centeno, Claudia Santamarta y Ana Fernández en la femenina.