San Pedro de Montes

Uno de esos entornos privilegiados que se encuentran en nuestras tierras es, sin duda, el valle del Oza, en las proximidades de Ponferrada. Allí, en la Alta Edad Media, llegaron cristianos en busca de un clima propicio para la oración; y fueron erigidos algunos monasterios, caso, por ejemplo, de San Pedro de Montes, en Montes de Valdueza, a unos veinte kilómetros de la capital berciana –y a seis de Peñalba de Santiago, del que ya hablábamos aquí mismo hace unos años– que, desde luego, merece la pena visitar. Eso sí, no tengas prisa, que la carretera invita a ir despacio…

Fundado en torno al año 635 por san Fructuoso e impulsado después por san Valerio, el monasterio fue reconstruido hacia el 895 por san Genadio, nombrado abad del mismo por el obispo asturicense Ranulfo, a quien, por cierto, sucederá en la sede episcopal el propio Genadio en el 899.

San Pedro de Montes, que se regirá desde entonces por la regla benedictina hasta que la Desamortización propicie su exclaustración en 1835, pasará por momentos de esplendor y de decadencia, encontrándose desde mediados del siglo XIX prácticamente en ruinas, a excepción de la iglesia, aún hoy templo parroquial aunque solo se celebren unos pocos cultos al año.

Pero, mira… precisamente mañana sí habrá misa… según el rito mozárabe y presidida por el obispo de León, Julián López Martín. Y es que se cumplen 1100 años de la consagración de la iglesia del monasterio, en la que, el 24 de octubre de 919, participaron –así figura en la lápida conmemorativa– nada menos que cuatro obispos: Genadio, de Astorga; Sabarico, de Dumio –en Portugal, próxima a Braga, aunque ‘trasladada’ por aquella época a san Martín de Mondoñedo, en la localidad lucense de Foz–; Frunimio, de León; y Dulcidio, de Salamanca.

La misa, por cierto, se enmarca en el congreso internacional que también allí comienza mañana y en el que, durante tres días, se analizarán distintos aspectos relacionados con el monasterio. La ocasión, ni que decir tiene, bien lo merece.