Samuel Rubio: "El director del festival tiene que ser el organista de la catedral"

El organista emérito reitera su pesar por la manera en que se ha designado a su sucesor, que no considera la persona adecuada para la responsabilidad que corresponde al cargo de organista titular de la catedral de León a la hora de dar prestigio al órgano, a la catedral y a León por todo el mundo

Joaquín Revuelta
01/07/2020
 Actualizado a 01/07/2020
Samuel Rubio en el coro de la catedral donde pueden apreciarse en lo alto los tubos de su imponente órgano. | SAÚL ARÉN
Samuel Rubio en el coro de la catedral donde pueden apreciarse en lo alto los tubos de su imponente órgano. | SAÚL ARÉN
El nombramiento del presbítero granadino de la Diócesis de Guadix, Francisco Javier Jiménez Martínez, como nuevo organista de la catedral de León por un periodo de tres años motivó un duro comunicado por parte del organista emérito, Samuel Rubio, en el que lamenta que habiendo dedicado los últimos 43 años de su vida al servicio de la música en la catedral, al ocupar por oposición el cargo de organista titular, haya sido «olvidado» por el Cabildo a la hora de ser incluido dentro del grupo asesor para evaluar a los candidatos a la plaza de organista. «En ningún momento se solicitó mi opinión al respecto», señala Rubio en la nota enviada a la prensa en la que le duele que se haya elegido para el cargo de organista a un candidato que no considera en absoluto la persona adecuada para la responsabilidad que corresponde al organista titular de la catedral de León. «Lo que sí se dijo siempre es que se requería una primera convocatoria solo para sacerdotes. A mí eso ya me empezó un poco a molestar al estar excluyendo a gente preparada que podría optar al puesto. Como muy bien dije en unas declaraciones días antes, no entiendo por qué tiene tanto miedo la iglesia en nombrar a un seglar. Pero si había que seguir esa recomendación canónica –vamos a llamarlo así–, bien estaba, aunque no estuviera de acuerdo», sostiene Rubio, para quien no se puede comparar lo que fue su nombramiento como organista titular a lo que ha acontecido en este caso. «Hace 37 años yo oposité, que es muy distinto. Ese cargo lo tengo por oposición, que requiere unos exámenes. Recuerdo perfectamente que fueron seis pruebas a lo largo de tres días, con todo el rigor que ahora no se estila. Pero lo que echó más leña al fuego es que fueron rechazados los candidatos en aquel momento», recuerda el organista emérito, que no se explica por qué días después se cambia de decisión y a uno de ellos se le llama por si quiere ser. «Claro que puede valer –permítaseme la palabra– cualquiera para tocar, pero es que ahora no nos juzga la catedral, ni siquiera el obispo, ni siquiera el Cabildo, quien nos juzga es el órgano. Entonces el órgano está llorando, porque requiere de unas manos expertas, de organistas de reconocido prestigio internacional, y por ese motivo y no por otro es por lo que he saltado a la palestra, con todos los respetos», reconoce Rubio.

Samuel Rubio está convencido de que la figura del organista residente de la catedral de León, Giampaolo di Rosa, reunía todos los requisitos esenciales para ser el organista de la catedral de León, si bien esto no quiere decir que no hubiera otras personas idóneas para el cargo. «Pero mi enfado –dicho con todo el cariño– viene porque nadie se dirigió a mí, ni hubo ningún contacto por parte de nadie, ni siquiera del nuevo organista, que se ha molestado porque yo no he salido a recibirle, cuando me parece que es todo lo contrario, él es el que tiene que acudir a mí para ser asesorado, conocer a su predecesor, para que le oriente. Ha sido todo un cúmulo de despropósitos –según mi opinión– que han provocan todo esto», señala el organista emérito, que reitera que en este caso no ha habido ningún concurso ni oposición, sino una llamada de teléfono. «Tengo que decirte que hoy se estila muy poco o nada el sistema de oposición –los mismos grandes organistas te lo dicen– , todo funciona no vamos a decir a dedo, porque eso parece que suena feo, pero cómo llamamos entonces a un teléfono que suena», ironiza Rubio, que en su caso asegura nunca intentó imponer sino recomendar a Giampaolo di Rosa. «Al nuevo organista de la catedral de León se le ha elegido –según mi opinión– sin cumplir los requisitos que se habían presentado para pulsar las teclas de este órgano», reitera el director del Festival Internacional de Órgano ‘Catedral de León’, que en el comunicado enviado a los medios el pasado miércoles hacía público también su intención de abandonar la dirección del festival después de 37 años siendo su cabeza visible y su principal impulsor. «Nosotros habíamos (casi) decidido no hacer festival este año por causa de la pandemia y ante la previsión de que en el otoño pudiera haber una nueva incidencia del virus preferimos curarnos en salud.Por otra parte los organistas que habíamos elegido para esta edición no todos estaban seguros de venir. Ante tanta incertidumbre y falta de previsión optamos por cancelar esta edición y así se lo hicimos saber al alcalde antes de todo este conflicto», asegura Rubio, que además solicitó que la subvención del festival para este año recayera en obras benéficas. «A lo largo de los 37 años que tiene de vida el festival nosotros hemos luchado prácticamente siempre contracorriente, contra las instituciones, unas veces porque no te ayudan, otras veces porque se desentienden, siempre llamando a las puertas a ver si hay dinero. Llega un momento en que, no es que te canses, pero también», sostiene el presidente de la Asociación de Amigos del Órgano ‘Catedral de León’, entidad organizadora del festival que decidirá en su próxima asamblea el futuro del mismo. «El organista de la catedral no solo tiene que valer para acompañar el canto litúrgico sino para dar prestigio a la catedral, al órgano, a León, por todo el mundo. Y ser un concertista y un intérprete de renombre internacional y así equipararnos a catedrales europeas como Westminster, Colonia o Notre Dame», sostiene Rubio, que confiesa que le dolería que el festival de órgano se fuera con él. «Me encantaría que siguiera con otras personas. Me ha acompañado durante 37 años, ha sido parte de mi vida y me dolería que se dejara morir», reconoce su hasta ahora director, para quien la última palabra la tiene la asamblea que se reunirá en fechas próximas. «Yo voy a dimitir también de presidente de la asociación, por lo tanto si alguien quiere recoger el testigo tendrá que responsabilizarse de la continuidad del festival. Así de sencillo».Samuel Rubio considera que no habría que escandalizarse porque la catedral de León pudiera contar con dos o hasta tres organistas titulares, como así sucede en las grandes catedrales europeas antes citadas. «Aunque fuera solo uno, pero no la fórmula que me insinuó un día el obispo Julián López de contar con un organista para las actividades litúrgicas y otro para las concertísticas y que es una fórmula que no comparto. En tal caso, que los dos fueran cotitulares. Pero todo es cuestión de diálogo y nada de eso se ha producido», señala el organista emérito de la catedral de León, para quien la figura del organista residente, Giampaolo di Rosa, podría ser un buen recambio en la dirección del Festival de Órgano dado su perfecto conocimiento del instrumento y del propio certamen. «Él estaría encantado y podría darse esa solución, pero ya depende del Cabildo, que coja el teléfono, le llame y se pongan de acuerdo. Yo quiero partir de una base en la que creo firmemente. El director del festival tiene que ser el organista de la catedral. Si no, eso no funciona. Ahora solo hay un organista de la catedral, que es el organista de Guadix. Pero si el día de mañana, Giampaolo o cualquier otro son candidatos y son llamados para ocupar también la plaza de organista, como ocurre en otras catedrales, podría ser ese también director del festival, pero en todo caso ese nombre vendría sugerido por la asamblea y siempre con el consentimiento del Cabildo», sostiene Rubio, conocedor de que en este momento Giampaolo di Rosa estaría dispuesto a escuchar cualquier sugerencia del Cabildo, «otra cosa es que después acepte, pero la iniciativa debe partir del Cabildo».

Samuel Rubio se declara una persona optimista por naturaleza, si bien preguntado por la continuidad del Festival de Órgano prefiere verlo con un mayor realismo. «Como te dije antes estoy convencido de que cuando yo plantee esto a la asamblea todos se van a sorprender de esta situación y se van a preguntar: ahora qué hacemos. Yo no puedo ser el que responda a eso. Yo ya lo hice. Yo hice una labor de 37 años, que ahí está, para bien o para mal, pero sí que aconsejaré, por si alguien no se atreve a decirlo, que no se debería dejar morir el festival».

Sobre el papel que deben jugar ahora las instituciones, Samuel Rubio reconoce que está esperando que se muevan en el sentido que quieran. «Yo podría hablar y no parar desde hace tantos años de cómo hay que luchar con ellas a brazo partido, sino no hay manera. Y claro, lo que no puede ser es seguir luchando a brazo partido. El Cabildo es la maquina del tren, pero quien echa el carbón en la máquina son las instituciones», concluye.
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