08/02/2015
 Actualizado a 15/09/2019
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Salvemos Riaño, Salvemos la catedral, Salvemos la minería, Salvemos la Montaña (de las líneas de Alta Tensión de Red Eléctrica Española o de la despoblación en general), Salvemos el Patrimonio, Salvemos el tren, Salvemos Antibióticos, Salvemos Everest... La historia de León se escribe desde hace tiempo a partir de una palabra que se repite hasta hacerse casi única: ‘Salvemos’.

Un cuñado mío malagueño que veranea en León desde hace ya años se pregunta (me pregunta) al mirar las portadas de los periódicos provinciales, que se repiten verano tras verano, si en León queda ya algo que salvar. Y no le falta razón para preguntárselo. Si uno pone una al lado de otra las portadas de los periódicos leoneses de los últimos quince o veinte años, quizá más, verá que la palabra que más se repite en ellas es ‘Salvemos’ junto con las de ‘cierre’, ‘ERE’, ‘Asociación o Plataforma en Defensa de…’ o, en fin, ‘Manifestación’ contra tal o cual nuevo avasallamiento o quita. El resultado final es que, si sumas todas esas palabras, el diagnóstico que dan de la provincia leonesa es el de un lugar moribundo o el de un negocio en liquidación por cierre.

Lo peor de todo ello es que, habituados a verlas escritas, a escucharlas por la calle y en los bares cada día mientras viven, los leoneses ya no las perciben como lo que son: palabras que llenan de pesimismo el ambiente a la vez que dibujan un futuro negro, al contrario que las personas que llegan de fuera y mucho más si vienen de países o regiones españolas en pleno desarrollo y crecimiento, que las hay, como mi cuñado malagueño. De aquí que tanto les sorprenda la resignación con la que los leoneses aceptan su decadencia y su triste destino, como la del que acepta la crónica de una muerte anunciada. Quizá la solución sea resumir todos esos ‘salvemos’ en uno solo, en un Salvemos León que pregone en pancartas en cada pueblo y en cada ciudad la verdadera situación de la provincia a ver si, de esa manera, los leoneses toman conciencia de verdad de ella.
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