Salvemos la Montaña Central Leonesa: ¡Aquí no!

Expertos en biodiversidad piden una moratoria eólica urgente por principio de precaución

Valentín Carrera
26/10/2020
 Actualizado a 26/10/2020
Vía crucis eólico en los montes del Bierzo, foto Anxo Cabada, 2008.
Vía crucis eólico en los montes del Bierzo, foto Anxo Cabada, 2008.
Cada vez que un especulador mueve ficha, encuentra un consejero corrupto o un estómago agradecido, dispuestos a hacerle la ola. La técnica es siempre la misma: expoliar lo público, privatizar el bien común, sacar beneficios privados del monte, del aire, del suelo y del subsuelo, de la Naturaleza.

Da igual que sea una cementera ruinosa, reconvertida en incineradora de residuos, o una central de biomasa dispuesta a reforestar Castilla y León a base de eucaliptos; ahora le toca el turno al aire, al viento, a la fauna, a la biodiversidad: la nueva amenaza es un gigantesco cementerio eólico en la sagrada Montaña Central de León y en La Cabrera. Y ya les anticipo mi respuesta y la de miles de leoneses y leonesas: ¡Aquí no!

Las empresas Naturgy y Green Capital Power proyectan cinco grandes calvarios eólicos en la Montaña Central: la Cotada Grande, con 15 molinos y 49,95 megawatios en Cármenes; Barrios de Gordón, con 12 molinos y 49,92 MW en Pola de Gordón y La Robla; Puerto I en Villamanín; Eliano, con 12 molinos y 54 MW, en la Carrocera, La Pola y La Robla; y el parque Abano, 17 molinos y 76,5 MW, que afectará a Cármenes, Valdelugueros, Valdepiélago y Matallana de Torío. En total, 235 MW más de producción eólica, que se suman a otros 62 MW proyectados por Green Capital en La Cabrera; todo ello en una provincia colonizada y tercermundista -León, por si aún no se han enterado-, que ya aporta al sistema eléctrico 440 MW de potencia eólica a través de los 18 parques en funcionamiento.

Hablamos de cientos de aerogeneradores con torres de 125 metros y 140 m de diámetro el rotor (72 m cada pala), lo que supone que el molino alcanza una altura a punta de pala de 197 metros: tres veces la catedral de León, cuya torre más alta tiene 68 metros. El parque Abano afecta a una superficie de montaña de 1472 hectáreas (una vez y media el aeropuerto de Barajas), y el de La Cotada, 2500 hectáreas (casi tres aeropuertos).

Para construir estos parques, se roturarán 40 km de autopistas forestales en zigzag, de 6 metros de ancho (50 m en las curvas, para girar las grúas que transportan las palas, máquinas de 500 toneladas), pavimentadas con zahorra; y en la base de cada molino, entre 10.000 y 15.000 toneladas de hormigón. Y otros 100 km más de zanjas eléctricas para soterrar los cables desde el monte hasta la subestación. Todo ello talando el bosque adyacente -con la evidente contaminación y destrozo de la biodiversidad-, dejando las crestas de las montañas convertidas en un vía crucis, una nueva Vía Láctea de luces rojas parpadeando en mitad de la noche.

Este es el disparate y la amenaza: crucificar los montes de La Cabrera y la Montaña Central Leonesa, privatizar el bosque, la biodiversidad y el viento en manos de Naturgy y Green Capital Power… pero, ¿quién está detrás de esos nombrecitos tan paletos?

Naturgy es bien conocida: Caixabank y Capital Partners, fondo de Luxemburgo especializado en obras de caridad. 1401 millones de beneficio en 2019. Un vertedero de puertas giratorias donde ha sido consejero hasta Felipe González. No hay más preguntas, señoría.

Green Capital Power es una sociedad limitada interpuesta que -con un capital mínimo, 10.000 euros, y sin empleados- pretende vampirizar las zonas naturales más valiosas, sensibles y preciosas de la tercermundista y colonizada provincia de León.

En realidad, Green Capital Power es una pantalla administrada por otra SL, propiedad al 100% de Capital Energy Global Assets (¡qué gusto por los nombrecitos!), también sin empleados, propiedad del exyerno de Florentino Pérez, Jesús Martín Buezas, 24%, y de accionistas desconocidos, 75%.

Estos lobos con piel de cordero se presentan como ongs -en Asturias acaban de prometer 1000 millones de euros en inversión y 6667 puestos de trabajo-; pero compran la voluntad de algunas juntas vecinales con contratos de alquiler a 30 años (en torno a veinte mil euros por molino), una hipoteca que convierte la zona en un desierto. Una investigación de la Universidad de Salamanca constata que en los pueblos afectados por un parque eólico, el valor de las casas baja un 30%, se duplica la despoblación y el turismo rural desaparece.

León vaciado, crucificado y electrificado.Todo esto no es energía renovable ni sostenible ni transición justa, sino capitalismo salvaje en estado puro, alentado por un Plan Nacional de Energía y Clima -y por el Real Decreto 23/2020-, que permite una oferta eólica desorbitada en toda España, sin planificación y sin adecuada evaluación ambiental. Frente a esta burbuja especulativa, urge una moratoria para proteger la biodiversidad y el paisaje, con base legal en el principio de precaución del Derecho Comunitario (art. 174.2 del Tratado CEE), como piden Luis Bolonio y un grupo de expertos en un reciente artículo en elDiario.es, de lectura necesaria: Biodiversidad, ¿la gran perdedora de la transición energética?

Las zonas más ricas en biodiversidad y más hermosas de nuestra provincia están en peligro. Ya soportan demasiadas agresiones: más de 6000 molinos en toda la cordillera noroeste, incendios forestales, minería a cielo abierto. Saquen sus sucias manos y sus palas devastadoras de nuestra tierra. Frente a las amenazas a La Cabrera y a la Montaña Central Leonesa, es hora de salir a la calle y decir a los especuladores y a los consejeros que los protegen: ¡Aquí no!
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