Salvar la memoria de un pueblo

Los vecinos de Ciñera agradecen a la Junta su oferta por las 128 viviendas construidas por la HVL y que ahora esperan poder adquirir en propiedad

Rosa Álvarez
22/06/2016
 Actualizado a 19/09/2019
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Para una buena parte de los vecinos de Ciñera las viviendas propiedad de la Hullera Vasco-Leonesa (HVL) son mucho más que cuatro paredes, son un pedazo de sus vidas. Hay quien las estrenó hace 65 años y no ha conocido más hogar que ese. Son recuerdos, son la historia de un pueblo y de unas familias que, con la liquidación del gigante minero, temblaron por su futuro.

Hubo nervios. Confiados en la solvencia de la empresa, nunca pensaron que pudiera llegar el día en el que tuvieran que hacer las maletas y e irse. Hasta que lo vieron cerca. Meses atrás llegó el anuncio: ‘La Hullera se liquida’ y, con ella, todos sus bienes. «Nos preocupó mucho. Sabíamos que las casas no eran de nuestra propiedad, pero sí que lo son moralmente», señala Mercedes Ordás, una de las vecinas y presidenta de la plataforma que ha luchado por mantener estas propiedades en manos de sus moradores.

La calma en este caso la puso la Junta de Castilla y León, quien tras informarse de la situación decidió intervenir, presentar una oferta, y adquirir las viviendas para alcanzar un objetivo: que los habitantes de Ciñera puedan seguir viviendo en Ciñera. El presidente de la junta vecinal, Héctor Ordás Gutiérrez, reconoce que desde entonces «en el pueblo se han acabado prácticamente todos los rumores. Ahora la gente está más tranquila y de ser el monotema en los corrillos, ahora son pocos los que todavía temen perder sus casas». Lo confirma, aunque con cautela, Pedro Quilós, que durante 22 años acudió a la mina a diario y hace ya 40 hizo de una de estas viviendas su hogar. «Ahora estamos tranquilos, aunque veremos aún a ver qué pasa», comenta. Como él –que cuenta que invirtió en arreglarla «más de diez millones» de las antiguas pesetas– nadie quiere renunciar al lugar en el que hicieron sus vidas.

A la espera de que el Juzgado de lo Mercantil dé el visto bueno definitivo a la oferta de la Junta y ésta pueda extender el cheque –de 1,1 de adelanto y de 1,8 millones en total– ningún vecino deberá salir de su casa y, después, tendrán la oportunidad de adquirirlas en propiedad por un precio ventajoso,de entre 15.000 y 22.000 euros. Además, para quienes no puedan comprarlas se abren otras posibilidades, como el alquiler con derecho a venta o el alquiler social. Ya no hay miedo y, además, hay interés, por quedarse quienes ya están y también por mantener recuerdos. Como ejemplo, Mercedes Ordás apunta que una joven quiere hacerse con la casa donde siempre vivió su madre –ya fallecida– y su tía. Nacieron allí y se criaron allí y ella quiere recuperar esa parte de su memoria. También hay mucha gente mayor, «viudas que no conocen otra cosa y que quieren quedarse en el pueblo porque, además, el cambio a la ciudad sería muy drástico y problemático», subraya.
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