28/05/2021
 Actualizado a 28/05/2021
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Hace cosa reciente, en lo que atañe a Fabero del Bierzo, salir de museos va cobrando color o lo que es igual, se va poniendo a punto, afianzándose , despacio, pero con creciente eficacia. Y cuando tal asevero mi pensamiento, ingenuamente desacostumbrado, recala en esos sitios que aún escasean ( no cantemos victoria pues) definidos por San Google como «instituciones dedicadas a la adquisición, conservación, estudio y exposición de objetos de valor relacionados con la ciencia y el arte u objetos culturalmente importantes para el desarrollo de los conocimientos humanos» en tanto San Julio Casares apunta que un museo es un «lugar en el que se conservan objetos notables pertenecientes a las ciencias y artes», algo más eficaz, clarificador, a mi entender, porque en su brevedad posee la misma carga de verdad y ya se sabe aquello de lo bueno si breve…

Pues bien, en Fabero, hoy por hoy existen dos museos, dos museos nada ‘trejos’ (la mención de la palabra final evoca en mí al jugador argentino Óscar Garrido Trejo y también a Danny Trejo, actor estadounidense). El primero, el más visitado, está a un tiro de piedra de mi casa con su huerto. Su nombramiento oficial es, Museo Minero Pozo Julia, nacido bajo la tutela del Ayuntamiento y la colaboración fundamental de la Asociación de Mineros de la Cuenca de Fabero. Muchas son las visitas guiadas que al mismo acuden para contemplar el funcionamiento de la mina simulada y otras instalaciones del antiguo Pozo. Hoy día también se realizan en una de ellas presentaciones de libros, exposiciones plásticas y otras actividades culturales

El otro museo, situado en la antigua escuela Antonio Machado es el conocido por Aula Paleobotánica de Fabero. Nacido en marzo de 2019 con igual tutelaje del Ayuntamiento y apoyo de sus cinco creadores y colaboradores (Pitín, Chencho, José Anglés, Carmen y Joaquín Ramón) han logrado crearlo y mantenerlo en pie incluso durante la pandemia a la espera de establecer más adelante campañas de difusión que atraigan a más socios y obtener con ello más logros, sin que les falte el diverso apoyo obtenido desde su comienzo gracias a sus colegas bercianos Aragonito Azul y Geobierzo, además del concedido por la potente Fundación Cerezales, Antonino y Cinia o el otorgado por el Jardín Botánico de Córdoba o el Club de Paleontología de Ecuador. Pero no queda ahí la cosa, pues sépase que el esfuerzo, la amplitud de miras de estos cinco amigos cuyo objetivo más cercano se halla en recuperar la riqueza paleontológica y geológica fundamentalmente en La Gran Corta no cesa.

P.D.: Algunos frondes y antiquísima fauna contemplan mis ojos en cercanía. He aprendido cosas. Los cinco me han enseñado con generosidad.
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