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Salchichón de oso

03/10/2021
 Actualizado a 03/10/2021
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Tengo en el frigo metido un sobrecito de plástico al vacío con un cuarteto de palitos de fuet de oso. Sí, babianos y demás leoneses, de oso. Porque el oso en Suecia se caza y se come. Y hace poco estuve en Estocolmo y, ya que todos los demás souvenirs superaban con mucho mi presupuesto para artículos inútiles, me tiré de cabeza a por la rareza culinaria. Lo que no sé todavía es cuándo surgirá la ocasión de atacar esas salchichitas secas con tufillo a humo. Y no será por San Froilán habiendo buena morcilla.

Sobre el resto de lo visto en la capital nórdica, he de mencionar unas cuantas cosas casi todas buenas (para decepción de los aficionados al periodismo ‘gonzo’). Fui con la principal guía (más un poquito del Time Out) de un amigo muy conocedor de aquello, donde vivió tan fascinado por el archipiélago boscoso y por la cultura local que aprendió sueco con la profundidad necesaria para ejercer de traductor al gallego de la rompedora ‘Pippi Langstrtrump’. De compañía me llevé a otro colega, traidor a la bicicleta por las patinetas eléctricas. Lo que yo achaco a su milenialismo y él a que la bici le molía el culo.

El restaurante vegano Hermans me amplió el gusto (y la conciencia de ello) y la sauna intercalada con baño en agua lacustre del pantalán-club Tantobastu supuso todo un revulsivo corporal. Pero el calor humano demostrado por algunos suecos, que te reconocen como español y lo celebran, me superó porque soy como un niño pre-cínico en eso. Allí es habitual que los críos estudien español de segunda lengua extranjera (después del inglés, que aprenden casi instintivamente por su parecido germánico con el sueco) y a través del idioma se conquistan ‘corasoneh’.

Las siestas navegando en el ferri después de ponernos ciegos de salmón y tostas ‘skagen’ se las recomiendo a cualquiera. Y se ha de transmitir que nadie debería sentirse intimidado por lo que se vino configurando durante mucho tiempo en el imaginario colectivo como una raza superior y homogénea. Ni tan ordenados ni tan limpios son. Gente real sí. Y algunos portadores de ojos espectrales también. Por mi antigua y brillantísima peluquera sueca ya sabía que era así, pero verlo con mis propios ojos me lo ha verificado.

Habrá que volver en fechas adecuadas para ver el veraniego sol de medianoche. Los inviernos nevados con neumáticos antideslizantes se los dejo a los acostumbrados babianos. No así el salchichón de oso, visto para sentencia.
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