Sahagún expondrá parte de su patrimonio dispersado

La lápida sepulcral de Alfonso Ansúrez y la Virgen con el Niño en majestad son dos piezas cedidas por el Cabildo de San Isidoro para ser expuestas en el Santuario de la Peregrina

L.N.C.
25/11/2020
 Actualizado a 25/11/2020
Detalle de la lápida sepulcral  cuyo original se halla en el Museo Arqueológico Nacional y la reproducción cedida en el Museo de San Isidoro.
Detalle de la lápida sepulcral cuyo original se halla en el Museo Arqueológico Nacional y la reproducción cedida en el Museo de San Isidoro.
El Santuario de la Peregrina de Sahagún expondrá una parte de su gran patrimonio dispersado, como es el caso de dos piezas que han sido cedidas por parte del Cabildo Isidoriano de León al Ayuntamiento de Sahagún y que custodia el Museo de San Isidoro, en la actualidad en pleno proceso de ampliación, hasta la próxima primavera. Se trata de dos piezas reproducidas de las que se conservan en el Museo Arqueológico Nacional (M.A.N.), de gran valor, tanto artístico como histórico, especialmente para la Villa sahagunense, por su procedencia del impresionante Monasterio de San Benito, gran referencia cristiana de la Hispania medieval.

La lauda del sarcófago de Alfonso Ansúrez, datada a finales del siglo XI, se encontraba en la iglesia del Convento, siendo trasladada en época incierta al cementerio municipal, quizás después de la desamortización y a principios del siglo XX, y que fue vendida al mejor postor extranjero, «indudablemente al que conocía muy bien la gran obra de arte que tenía ante él», sostienen fuentes municipales. Esta transacción fue en 1926 para el Museo Fogg de Harvard y posteriormente intercambiada al Museo Arqueológico Nacional en 1933.

Se encontraba, según ha quedado relatado «parcialmente enterrada en el barro y la hierba estalla a través de sus grietas, como si la naturaleza quisiera recuperar la tierra, succionándola lentamente para reincorporarla a su matriz geológica». De ahí su diferencia de colores y su ruptura casi a la mitad.

Pero por lo que destaca esta pieza, no es tanto por su perfección en el cincelado de la piedra, siendo extremadamente magistral, como por la simbología de los signos en ella representados, empezando por la fecha de la muerte de Alfonso, ¿1093?, que simbólicamente marca el inicio de la cuenta atrás para su resurrección, o sea, para el momento en el que saldrá de la tumba.

En el centro se encuentra la mano de Dios/Cristo, que aparece aquí por primera vez en el arte funerario. Además de por su función iconográfica, su tamaño y su carácter exento la sitúa en una posición liminal dentro de la representación teatral de la resurrección. Completan la simbología los Evangelistas y los tres Arcángeles. «Toda una lección interpretativa, visualmente, sobre la vida, la muerte y la resurrección», precisan las fuentes.

«En definitiva una gran joya lapidaria leonesa hoy en día emigrada a uno de los museos nacionales, sin mucho sentido por su negacionismo al préstamo de esas grandes piezas para exposiciones temporales», sostienen desde el Ayuntamiento.

También podremos ver expuesta en el Convento Franciscano de la Peregrina otra pieza de gran valor, como es la Virgen en majestad con el Niño en sus brazos, de estilo románico y datada hacia el año 1099, que también se encontraba en una de las capillas de la iglesia abacial facundina, en el que también estuvo enterrado el intitulado Emperador leonés Alfonso VI.

Ambas piezas, avanzan desde el Consistorio, bien podrían estar presentes en la próxima edición de Las Edades del Hombre 2021 a celebrar en Sahagún, si la Fundación Las Edades del Hombre y la Junta de Castilla y León tienen a bien solicitarlas.
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