Secundino Llorente

Saber inglés sí o sí

03/03/2018
 Actualizado a 16/09/2019
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El programa de bilingüismo en los centros públicos está pidiendo ayuda a gritos. Necesita una revisión a fondo. Creo que es imprescindible un análisis y mejora. Hay un acuerdo unánime de que en los tiempos en los que vivimos nuestros alumnos de la escuela pública necesariamente deben ser bilingües. "No podemos consentir que sean los analfabetos del s. XXI por no hablar inglés".

Creo que no soy nada dudoso como defensor de la escuela pública a la que he dedicado toda mi vida, pero aquí la privada nos lleva ventaja. Al menos los colegios del Bachillerato Internacional en los que he podido comprobar que casi todos los profesores son bilingües ‘reales’. Entran en las clases hablando indistintamente en inglés o español. Y esto en todas las asignaturas. Los alumnos cambian con naturalidad de idioma. En bachillerato ya han aprobado el First y la mayoría el Advanced. Estos sí son bilingües de verdad. Están a años luz.

Es cierto que también hay algunos alumnos bilingües reales en la enseñanza pública. Casi siempre gracias al esfuerzo económico de los padres para proporcionarles academias y estancias en el extranjero desde muy niños.

Echo de menos una normativa clara y una evaluación seria de las secciones bilingües. Con mi opinión intento describir y analizar la situación que he vivido con un único objetivo: ayudar a mejorar este bilingüismo.

Creo que hemos empezado la casa por el tejado. En la mayoría de los centros públicos no hay ni un solo profesor con destino definitivo capaz de impartir su asignatura en inglés. Cada año se solicitan las comisiones de servicios para las asignaturas bilingües. Por otra parte, hoy por hoy, no es lo mismo tener un título acreditativo para impartir una clase en inglés que ser profesor bilingüe. Es desolador en algún caso enterarse por los alumnos a medio curso de que se está impartiendo la asignatura en español.

Tampoco es agradable que cada año los directores se vean obligados a pasar por el calvario de los claustros en los que se deciden las asignaturas optativas bilingües, con la oposición frontal de los departamentos afectados.

Y en ese mundo de indefinición normativa, sin ningún compromiso de permanencia, una vez acordadas las materias bilingües, los padres pueden decidir abandonar el programa por no estar de acuerdo con la dificultad de las asignaturas elegidas. Prefieren una buena nota en Biología a aprender inglés.

Son muchos los cabos sueltos. Posiblemente el más complicado sea acordar con los sindicatos un concurso de traslados específico para dotar de plazas bilingües a los centros públicos.

La Consejería de Educación de la Junta ha señalado esta semana que el bilingüismo en Castilla y León tiene que dar un «salto de calidad» de cara al futuro. Nuestro apoyo a la Consejería para que tome medidas. Tiene mucho ‘tajo’ en este tema. Y hay que entrar ‘a saco’. Sin miramientos ni pamplinas. Este fin justifica unos medios apropiados. Estoy totalmente de acuerdo con las palabras del Consejero: "Nuestros alumnos tienen que saber inglés sí o sí".
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