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Saber elegir el socio

10/06/2019
 Actualizado a 16/09/2019
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Cuando uno se pone a trabajar para poner en marcha un negocio que él solo no es capaz de sacar adelante, entre otras muchas cuestiones es importante tener en cuenta el socio o los accionistas de los que se rodea. Su éxito personal y profesional y el de su empresa dependerán en gran medida de las personas que elija para que su proyecto eche a andar y no termine por arruinarle en lo económico y hundirle en cuanto a reputación se refiere.

Exactamente lo mismo que cuando uno se pone a montar una empresa con ayuda de otro ocurre en política si no se tienen los suficientes apoyos propios para gobernar y es necesario buscar ayuda a socios de fuera –antes rivales–.

Para que me entienda mejor, le voy a contar una historia. Hace algo más de un año dos tipos –de entre cincuenta y sesenta, no piense en chavales recién estrenada la mayoría de edad con los pies en las nubes– pusieron en marcha un negocio con una idea maravillosa y una envoltura estupenda. Ni el nombre elegido ni la propia actividad podían ser mejores para triunfar en un sector donde a nivel provincial prácticamente no había competencia.

El problema es que el tío sensato, con buena reputación y dinero para poner en marcha el negocio fue a escoger al cantamañanas que tiene mucha labia y encanto en cuanto a conversación pero no tiene un duro, que debe y no paga y que cuando lo ves llegar –si le conoces de otras ocasiones, que se conoce bien– ya cambias de acera para decirle hola desde lejos y no tener que entablar conversación porque como pueda intentará liarte.

De aquella, como en otro par de ocasiones que me acuerde ahora mismo, al socio sensato y que puso la pasta en la sociedad le advertí de que la empresa muy bien, el nombre mejor y las oportunidades de éxito unas cuantas, salvo por una cosa: el socio. Y le argumenté mi opinión, evidentemente. Aún así no me hizo caso, firmó en la notaría la escritura de constitución de la empresa, le noté un poco tenso en un par de ocasiones después, pero a los dos meses las cosas empezaron a torcerse y la empresa se acabó de muy mala manera.
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