Ruta de los canteros

Una ruta que parte de la ciudad de Ponferrada y descubre un entorno agreste y escondido

Vicente García
19/01/2018
 Actualizado a 19/09/2019
Contemplando el embalse de Montearenas. | VICENTE GARCÍA
Contemplando el embalse de Montearenas. | VICENTE GARCÍA
Las construcciones de granito de la ciudad de Ponferrada y alrededores, así como diversos objetos cotidianos tales como piedras de moler han sido obtenidos de las laderas escarpadas del cañón del río Boeza desde tiempo inmemorial. Además cuando Gaudí se planteó la realización del palacio Episcopal de Astorga, en el mismo material el lugar de donde se extrajo fueron las canteras graníticas que existían en esta zona.

Hoy apenas se ven restos de aquellas explotaciones, se pueden encontrar las heridas en la montaña así como el embalse de Montearenas y las vías del tren que se encuentran en una zona más baja en paralelo al camino.La senda que estaba en muy malas condiciones fue preparada por dos aficionados a la bicicleta de montaña con los medios naturales existentes en desuso, postes, maderas diversas… Muy bien señalizados y con fijaciones del terreno para evitar que el camino se deslice. Aunque es una senda estrecha las bicicletas pasan sin problema aunque deben tener cuidado y todos deben colaborar para evitar contratiempos. Por otro lado la senda discurre por un coto de caza y es necesario informarse si puede haber algún peligro.Debe cuidarse la logística y procurar tener dos vehículos, uno al comienzo y otro al final del recorrido, pues aunque se puede ir en tren los horarios no suelen ser los más adecuados. Siempre se puede dar la vuelta en un punto o tomar un taxi.Desarrollo de la rutaEsta ruta comienza en la misma localidad de Ponferrada. Para unos en la glorieta del cine, pero aquí se propone en el gran aparcamiento existente en la avenida del Castillo, cerca del Hostal Rabel, siguiendo hacia la gasolinera al Este y más tarde continuando por la carretera de Molinaseca hasta el final de las edificaciones, donde se toma un camino asfaltado a la izquierda, el camino del Gato hasta llegar al cartel de inicio de la ruta. A partir de este punto se sigue hacia la derecha por un camino entre construcciones, viñas y frutales hasta pasar un arroyo y descender, cruzando un puentecillo de tablas y después una pista, siguiendo el camino en dirección este hasta llegar a un sendero a media ladera entre jaras, urces y escobas que pasa después por otra zona de encinas y que hay que seguir sin pérdida y desde donde ya se ve lo encajonado del cañón, pues casi no se puede ver el agua en el fondo del río Boeza. Tras un pequeño recorrido se llega al entronque de otro sendero que viene de abajo, desde la vía, mientras que el camino descrito hasta el momento recibe el nombre de los arrieros, escrito sobre una pizarra que alguien ha roto en una esquina.Continúa la senda hasta llegar a un primer mirador señalizado con un cartel con la leyenda de fragas del Boeza, y con la vista del cañón encajonado a lo largo de la ruta. Una serie de revueltas más adelante se llega a un segundo mirador entre rocas, el mirador de Pelayo, muy bonito sobre las verticales caídas de las laderas del río, comenzando a divisarse la presa del pantano de Montearenas.La senda continúa y se interna en un pinar que finaliza en una revuelta desde donde se ven perfectamente la presa del embalse y la vía del tren. Sigue el camino cruzando una carretera que va a la presa, y siguiendo por la senda sin tener en cuenta el cortafuegos que viene de arriba. La senda continúa paralela al embalse que ofrece unas vistas extraordinarias con la vegetación y lo arisco del terreno. De vez en cuando el camino se interna en la zona de un arroyo que se supera con un puente de tablas para seguir divisando el embalse en el fondo. Más tarde el sendero se interna en una zona húmeda con piedras y árboles cubiertos de musgo que le dan un verdor inigualable. Aparecen en la vegetación madroños y alcornoques, así como zonas de granito que han sido explotadas viéndose las huellas de la cantería. Se cruza un puente con un alcornoque viéndose después el cañón con el río y los montes Aquilanos al fondo. Tras otra serie de revueltas el sendero cruza otro arroyo por un puente doble de tablas y un castaño al final. Sigue la senda con varios miradores hacia las montañas cercanas, pues el río hace un giro a la derecha y la senda comienza a subir hasta otro mirador con una excelente vista. Finalmente el camino sube con mayor desnivel dando un par se revueltas hasta llegar a una loma y un cruce de caminos, uno de ellos va a un castro y los otros son el de ida y el de vuelta. Se sigue hasta un nuevo cruce, indicado hacia la izquierda a la fuente cimera y a la derecha una bajada directa. Para ir a San Miguel es mejor tomar el de la derecha, a no ser que se tenga sed, y para subir en dirección contraria sería mejor ir por la fuente que es más suave aunque más largo. El sendero llega a un camino que va un rato paralelo a la vía, que no hay que cruzar, llegando a un desvío que sube hacia la izquierda por un puente, bajo la vía, es el camino de la fuente. Se debe seguir ahora el camino del soto que llega hasta las riberas del Boeza, ya en un terreno más llano. Pasada la desembocadura del río Castrillo se ven los restos de los teleféricos abandonados que iban desde las minas de Onamio y el coto Wagner a las tolvas sobre las vías donde descargaban el material para cargarlo en los vagones.

El camino cómodo y llano sigue hasta entrar en el pueblo de San Miguel por el monasterio, digno de ver, cerca de donde se encuentra el cartel de la ruta, lugar donde se da por finalizada.
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