Ruinas en la memoria

El lavadero minero de Vegamediana fue uno de los lugares más emblemáticos de la mineria en el valle de Sabero

F. Fernández
16/02/2018
 Actualizado a 19/09/2019
El importante complejo minero de Vegamediana en su época de máxima actividad.
El importante complejo minero de Vegamediana en su época de máxima actividad.
'Tierra de frío y polvo' es el título del documental de producción propia que el Museo de la Siderurgia y la Minería de Sabero estrena este viernes (a las 19 horas) y que está dedicado a uno de los lugares más emblemáticos de la minería de este valle, el lavadero minero de Vegamediana.

Dentro del ciclo ‘Palabra de minero’ —hijo del proyecto Memoria Oral de la Minería— ve la luz este viernes esta nueva producción, centrada en una de las instalaciones más emblemáticas de la Cuenca Minera de Sabero, el lavadero de Vegamediana de la empresa Hulleras de Sabero y Anexas S.A, para «dar a conocer cómo era y cómo funcionaba un lugar que llego a tener setecientos trabajadores. Su ejemplo es extrapolable al de otros muchos lavaderos mineros, el sitio en el que se lavaba y clasificaba el carbón antes de salir a la venta».

Sin embargo, Vegamediana fue mucho más que un lavadero, ya que «durante décadas tuvo la categoría de pueblo, con más de un centenar de personas viviendo en él, compartiendo espacio con las instalaciones industriales en unas condiciones penosas, envueltos continuamente en una nube de polvo de carbón. Junto a las viviendas de estos vecinos, trabajadores en su mayoría de la empresa Hulleras de Sabero, también convivían en un pabellón los trabajadores recién llegados y que aún tenían lejos a su familia. En un reducido espacio, entre el río Esla y la montaña, en Vegamediana apenas entraba el sol durante meses, acumulándose helada tras helada, por lo que era uno de los destinos más duros dentro del trabajo minero», señalan desde el MSM, para recordar que «junto a la labor principal de lavado y clasificación de carbones, este lugar albergaba también una fábrica de briquetas y ovoides, unas baterías de hornos de cok y los talleres generales de la empresa, además de otros muchos servicios auxiliares. Con ellos compartían espacio un economato, una cantina, un comedor y hasta una escuela con una treintena de niños, cuya afición favorita era ver las muchas locomotoras de vapor que surcaban el laberinto de vías que se extendía por Vegamediana, trayendo el carbón de la mina y llevándolo a la vecina estación del tren hullero».
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