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Ruidos en el tejado

29/03/2020
 Actualizado a 29/03/2020
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En casa es normal comentar la jugada de cómo hemos descansado, y la respuesta es normalmente positiva. Desde luego que no me puedo quejar de falta de reposo en los últimos días. Pero nos tiene locos un ruido que suena todas las noches por encima de nosotros, y vivimos en el último piso. Ahí arriba no hay tejas, no hay más que una especie de tela asfáltica y el tejado plano, sin caída a dos aguas y con muy poca pendiente. Lo hemos comprobado con elperiscopio improvisado con palo de escoba y móvil bien embridado con esparadrapo.

No es el primer sonido desconcertante que sufrimos. Estuvo lo del radiador, que vaya toalla, albergaba un goteo interno torturador, por culpa de estar tomando el agua por debajo y sacándola por arriba, que es a un radiador lo que cagar pa’ dentro a un paisano. Solucionado cerrándolo. Tuvimos también una señora mayor que se despertaba por la noche muy exaltada hasta que la atendían los servicios de teleasistencia, y que finalmente dejó el edificio.

Pero no conseguimos plantear una hipótesis cabal de qué sucede en el tejado. Lo más fácil es pensar en gatos. Pero gatos haciendo una rutina de entrenamiento con la Master Class de Simone Biles, lo cual incluso podría darse si hubiese felinos en el vecindario, pero no ye el caso. Hemos sospechado que sea algún vecino que se encarame ahí con necesidad de aire libre, de no tener un techo ni un tejado sobre su cabeza durante algunas horas y asome por la noche y aproveche para conectarse al Zoom con la peña torera de su pueblo. Pero dejamos de creer en la existencia de comunidades tipo Fragel Rock hace muchos años.

Otros lo achacarían a que todo sucediese en el piso de abajo. Que estén de mudanza perpetua y que si el ruido nos parece proveniente de arriba es porque dormimos de lado y la oreja que nos queda libre es la de arriba y esto condiciona nuestra orientación. Pero conocemos a la familia de abajo y son vecinos con antigüedad en plaza, sin necesidad de mudanza ni entrenamiento a deshora.

Solo nos queda lo siguiente. Que no sea nada externo. Que lo que nos perturba por la noche sean nuestras voces interiores. La mía, que la tengo, porque soy de los que piensa con una voz interior, pensaba que trabajaba en un modo preverbal, porque a veces no la entiendo.Pero lo cierto es que también sabe ser elocuente. Lo ha sido estos días a la hora de la merienda, cuando miro el armario y no hay más que nueces y fruta fresca y me dice alto y claro: «¡Qué ganas tienes de comerte unos garrochitos, cabrón!».
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