Rubens en León

‘Ceres y dos ninfas’, del artista flamenco, se expone en el Museo de León hasta el 14 de julio dentro del programa del Museo del Prado ‘De gira por España’.

Bruno Marcos
21/06/2019
 Actualizado a 19/09/2019
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Pedro Pablo Rubens debió ser en su tiempo mucho más que un pintor bueno o un gran artista del Barroco, fue una especie de fábrica de pintura maravillosa que produjo centenares de cuadros y un embajador del arte, o un embajador que hacía diplomacia con el arte. Políglota, ennoblecido, preferido del rey español Felipe IV —quien además de hacerle numerosos encargos compró casi todos sus bienes en almoneda una vez muerto el artista—, vino a España en 1628 por segunda vez para estar más de un año y una de las cosas que hizo fue recomendar a Velázquez, nada más ver su descomunal talento, que viajase a Italia a estudiar a los clásicos, a los genios del Renacimiento y a los de su época. Nuestro pintor siguió la indicación de Rubens, aunque tuvo que ir solo y no con él como le había prometido, y hasta dos veces fue a aquel país donde amplió su mirada agrandando su obra hasta colocarla en el corazón mismo de la historia del arte.

Una de las obras que trajo Rubens en aquel viaje a España ha llegado estos días al Museo de León, que ha sido seleccionado como única sede de toda la comunidad de Castilla y León para su exhibición en un programa itinerante que la pinacoteca ha puesto en marcha para celebrar su bicentenario. En el cuadro, titulado ‘Ceres y dos ninfas’ (1615-1617), con Rubens, que pintó las figuras, colaboró Snyders, que se ocupó de los frutos y los animales. La escena compositiva muestra a tres ninfas contemplando cómo manan del cuerno de la abundancia frutas a por las que se acercan varias aves y un mono. La exuberancia, tanto temática como pictórica, característica de este autor está presente en plenitud en el cuadro que alcanza casi cuatro metros cuadrados de pintura.

Resulta llamativo que León sea uno de los dos únicos sitios de España que no cuenta con piezas del Museo del Prado en depósito, como se ha publicado estos días, sobre todo si no recordamos la situación que sufrió muchos años el Museo de León, alojado por partes entre el hostal de San Marcos y unas dependencias junto a la catedral; o sí olvidamos lo que se demoraron las obras del edificio actual, incomprensiblemente lentas. Probablemente León no aportaba las garantías necesarias para hospedar piezas del museo nacional.

Se cumple ahora un año de la clausura de la exposición ‘Región’, que trataba sobre la modificación del paisaje a causa de la política hidráulica y que contó con obras del pionero del paisajismo realista español Carlos de Haes, traídas precisamente del Museo del Prado. Su exhibición constituyó, con toda probabilidad, un hito histórico pues se expusieron en la sede de la Fundación Cerezales Antonino y Cinia, ubicada en una pequeña población del medio rural leonés, un tipo de lugar al que seguramente no habrá llegado nunca el museo en todo el país.

Hay que aplaudir este hecho, que el Museo de León de hoy muestre hasta el catorce de julio una gran pintura de Rubens, y trabajar para que creaciones artísticas que tengan una relación especial con nuestro territorio puedan venir.
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