Rotondas (y II)

Entre en esta columna por el carril de la derecha y salga por la primera salida permitida para no perder el tiempo en contemplar el mamotreto de hormigón de 24 metros de largo y 4 de alto que adorna la glorieta con 135 chorros de agua y 249 focos de luz y una inversión de 220.000 euros. Con una partida cien veces menor se podría instalar en cualquiera de las rotondas que conectan la circunvalación de Villanueva de Carrizo y Carrizo de la Ribera una peladora de lúpulo al estilo de la solitaria aventadora que recuerda otros tiempos en el acceso de la avenida de Antibióticos a la LE-30. La etnografía es muy socorrida a la hora de adornar el corazón de estas válvulasde distribución del tráfico donde no es no difícil dar, tanto en sentido metafórico como literal, con norias de riego o antiguas vertederas.

En León no ha habido excesiva imaginación para engalanar el núcleo de estas circunferencias. Ningún alcalde ha decidido apostar por el producto local. No hay rotonda con un tomate de Mansilla, un pimiento de Fresno, un Botillo en el Bierzo o una paramesa panoya de maíz al estilo de la granada alicatada en colorines de 2,3 por 2,15 metros que conmemora el trasvase del Tajo al Segura en Elche (Comunidad Valenciana) ¿Cuántos pueblos en León deberían engalanar sus rotondas al uso ilicitano de agradecimiento hidráulico a los vecinos del norte?

Si sigue haciendo ceros por esta columna como los frustrados pilotos que confunden las rotondas del Barrio de la Inmaculada y del Colegio Cervantes con el sacacorchos deLaguna Seca —aunque sea más mítico el sacatapones de La Bañeza— igual echa en falta algo más de adrenalina. Para sentir un poco de la fuerza G en este recorrido propongo destinar un par de rotondas a esculturas de esos políticos que de vez en cuando se pasan de frenada con los leoneses como Óscar Puente o Isabel Díaz Ayuso. Tampoco estaría mal una para Martín Villa. Seguro que más de uno la cogía recta.