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Rosalía, Chanel y Neil Young

06/02/2022
 Actualizado a 06/02/2022
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«Te quiero ride, como mi bike. Hazme un tape modo spike. Yo la batí hasta que se montó. Segundo es chingarte, lo primero Dios». Y luego: «Llego la mami. La reina, la dura, una bugatti. El mundo esta loco con este body Si tengo un problema no es monetary. Les vuelvo loquitos a todos los daddies [...]Take a video watch it slo mo mo mo». Una letra está bien y la otra está mal, una empodera y la otra denigra. La cuestión es saber cuál.

En esas estamos, en un mundo extraño donde las canciones de electro-latino son caballo de batalla ideológico en el que las reglas cambian continuamente y los que juegan mueven las porterías según les convenga. Aparentemente, para la mayoría de las gentes de a pie no hay muchas diferencias entre Rosalía y Chanel. Pero nada más lejos de la realidad: Lo que musicalmente parece no diferir mucho está en las antípodas estilísticas e ideológicas, según los que pretenden manejar el discurso.

Duele repetirse, pero una vez más no importa el qué, sino el quién. Los criterios de aplauso y condena pública se aplican según nos convenga. Lo cual ha sido así desde que el mundo es mundo. El problema es que ahora se da la chapa (y además, a muerte)intentando argumentar y disfrazar el sectarismo/ tribalismo de argumentos racionales.

Tomemos otro ejemplo musiquero. Resulta que Neil Young ha retirado su música de Spotify diciendo que la plataforma de ‘streaming’ mantiene ‘podcasts’ antivacunas. En concreto, uno del ex humorista y ex comentarista deportivo Joe Rogan, que cuestiona la política de los ‘boosters’ (los continuos refuerzos de las vacunas contra el covid para tener derecho a acceder a espectáculos u otro tipo de servicios). Detrás de él han ido otros músicos (su compatriota canadiense Joni Mitchell) y unos pocos usuarios.

De nuevo, el «qué» es lo de menos. No importa que Young intentase hace años poner en marcha su propio servicio de música digital (el Pono, ‘amici’) y de ‘streaming’, cosechando monumentales y vergonzosos fracasos. Ni que el autor de ‘Hey hey, my my (Into the black)’ emitiese un comunicado al poco de anunciar su marcha de Spotify en el que decía lo siguiente: «Toda la gente que busque mi música puede acceder fácilmente a Amazon Music y pinchar aquí [link en cuestión del servicio]. Los nuevos oyentes tendrán cuatro meses gratis». Ni mucho menos, que Rotterdam desmantelará temporalmente uno de sus puentes más emblemáticos para permitir el paso del superyate de Jeff Bezos. Lo que resulta crucial antes de emitir un juicio de cara al público en estos tiempos es hacerse una pregunta: ¿Es de los nuestros o es de los otros?
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