Romper las cadenas: de China a Astorga en bici

Carlos Pérez y Lisa Conte viajarán desde Kasgar hasta la capital maragata en un viaje de 15.000 kilómetros y once meses motivado por sus experiencias vitales en la gran metrópoli asiática, Shangái, con 26,3 millones de habitantes que no se hablan en el metro

D.L. Mirantes
16/06/2019
 Actualizado a 19/09/2019
La ruta que seguirán que Lisa y Carlos en un dibujo del leonés que acerca su gran viaje de la imaginación a la realidad. | CARLOS PÉREZ
La ruta que seguirán que Lisa y Carlos en un dibujo del leonés que acerca su gran viaje de la imaginación a la realidad. | CARLOS PÉREZ
Cruzar de este a oeste dos continentes es la forma que han encontrado Lisa Conte y Carlos Pérez de romper la cadena de la prisa, la cadena del individualismo, la cadena de la contaminación, la cadena del miedo o la cadena del conformismo, todas esas cadenas que merman la libertad y que esperan romper con otra cadena, la del plato al piñón.

Previsiblemente, el viaje comenzará en Kasgar (China) el 5 de agosto y concluirá aproximadamente un año después en Astorga, de donde es Carlos. Antes pasarán también por Perpiñán (Francia), de donde procede Lisa. Se conocieron en Shanghái, donde trabajan desde hace tres años. Ella es farmacéutica y se encarga del marketing de su empresa y él es ingeniero de automoción. En busca de nuevos horizontes personales han decido pedir un año sabático —el ‘gap year’ de Estados Unidos, tan inusual en España— para unir a golpe de pedal las tierras en las que crecieron con las que han marcado su vida laboral.

"Hemos visto los límites del individualismo, a los que puede llegar Europa", alertan  La preparación del viaje les ha llevado cerca de año y medio. Cruzarán 23 países, completarán unos 15.000 kilómetros y acumularán unos 100.000 metros de desnivel positivo. Pero lo abrumador de las cifras no se refleja en sus caras, en su sonrisa cuando hablan del gran viaje. Trasmiten la tranquilidad del que no tiene prisa. «Es un reto deportivo», reconoce Carlos, pero como un aspecto secundario porque «lo importante es descubrir y conocer el mundo», asegura. Por ello han elegido la bicicleta como medio de transporte. «El ritmo es mejor para conocer a las culturas y sus gentes», explica Lisa. Apuntan que caminando no puedes ir rápido, pero con la bici puedes elegir. Destacan también que es ecológico, «deja la mínima huella».

«Coger la bici e irnos». Esa es la filosofía del viaje de Lisa y Carlos, que ya tiene experiencia en el uso de la bicicleta como medio de transporte en viaje de varios días porque en dos etapas ha estado trabajando en Alemania y en las dos ha regresado a casa dando pedaladas. Pero esto es diferente, por dentro mucho más que por fuera. «En Shangái se ven los extremos de la sociedad, son comunistas pero hay un capitalismo y un individualismo extremo», explica Lisa, que lamenta que en este tipo de sociedades millones de personas puedan pasar 50 minutos seguidos en un vagón de metro sin levantar la vista del teléfono móvil, sin hablar con nadie. «Hemos visto los límites del individualismo, a los que puede llegar Europa», alertan. Ellos buscan una vida más pausada, «volver al origen», en este caso por partida doble, a la rueda y a casa.

A su aire

En sus casas, entre sus amigos, hay expectación y apoyo. Precisamente, este reportaje es posible gracias a la mediación de una buena amiga, que ha sabido enlazar perfectamente la pasión ciclista de Carlos y Lisa con la del que teclea. Por el momento no está claro que esta gregaria de lujo, Bea, les visite durante el viaje, pero están seguros de que en varios puntos se reunirán con familia y amigos, como una forma de compartir la experiencia, enriquecerla y aumentar el valor de los inolvidables momentos que seguro que van a vivir entre China y Astorga.

Conscientes del valor de estos meses, del valor del tiempo, han evitado contar con patrocinador que exijan rutinas que empujen hacia nuevas obligaciones cuando lo que se busca es mayor libertad. Precisamente, la ‘instragramer’ de ‘Directions Horizons’, que ha sido una fuente de inspiración para ellos, contó en un momento de un viaje que estaba desbordada por la tarea de buscar wifi e invertir horas en responder a todos los comentarios y preguntas que llegaban a la bitácora, ante lo que decidió demorar las publicaciones. Con esta idea en mente, Carlos y Lisa tomarán sus notas y dispararán sus fotos y no descartan que de ello salga un libro, aunque prefieren no comprometerse a nada, solo a disfrutar y cuidarse, claro.

Sin temor, sin temeridad

La seguridad es una cuestión clave, aunque aseguran que durante su periplo encontrarán menos peligros de los que encuentran a diario en Shanghái, donde Lisa hace 10 kilómetros para ir al trabajo con mucho tráfico, polución y poco respeto al ciclista. «Da la impresión de que en la ciudad estás seguro», señala Lisa, que considera que esa sensación es un poco ilusión. «Queremos probar fuera, porque fuera también estás seguro», afirma. Defienden que en su singladura no tienen por qué encontrar más peligros que en Shanghái y en el caso de una enfermedad en un lugar remoto, «no hay solución, no hay por qué preocuparse», relativiza Lisa. Habla sin temeridad, al contrario, ella es farmacéutica, llevarán un botiquín bien armado y un buen seguro francés de viaje. También un hornillo de gasoil, un panel solar para los dispositivos móviles, tienda de campaña, reservas de comida y agua para varios días, repuestos mecánicos y conocimientos de mecánica, su francés, su castellano, su inglés, su alemán, un poco de chino y una gran capacidad para hacerse comprender que han desarrollado en la metrópoli china (Shanghái, 26,3 millones de habitantes) y que consiste en convertirse en ‘emojis’ humanos.

El primer escollo fue encontrar una bici de la talla de Carlos en las tiendas de China, desde donde parten Capacidad que les vendrá muy bien al cruzar fronteras terrestres en las que no están acostumbrados a ver a otros visitantes que no sean los vecinos, mucho menos en bicicleta. «No llegamos a un aeropuerto, un puerto o una estación», recuerda Carlos. Entre esas fronteras están las de Tayikistán, Turkmenistán, Irán, Azerbaiyán, Armenia o Turquía, países para los que han tenido que gestionar visados, algunos de ellos con fechas concretas de entrada y salida del territorio. Pese a los esfuerzos que requieren trámites como la solicitud de los visados y la minuciosidad con la que han preparado el viaje, no todo está cerrado. «El clima, la geopolítica o las opiniones de otros viajeros» irán trazando la ruta.

La Logística

Carlos ya ha vuelto a los orígenes para tratar de mejorar la organización de este gran viaje. De los libros ‘Llévame de viaje’ (ed. Círculo Rojo) y ‘Expedición Cabo Norte’ (ed. Desnivel) ha recogido inspiración, consejos y trucos. Toda la información es poca para reducir el equipaje (unos 30 kilos, 15 en cada bici), integrar las bolsas en el cuadro o tratar con el personal de las fronteras. Para el alojamiento recurrirán a la plataforma Workaway, en la que familias y particulares ofrecen alojamientos en intercambios no monetarios y beneficiosos para ambas partes. Unos, por ejemplo, mejoran sus idiomas y los otros conocen una cultura desde dentro.

Es más importante la preparación mental que la física, aunque estén 15 días a 4.000 metros en el Palmir Cuestión distinta es la intendencia. El primer escollo que han encontrado ha sido encontrar en China una bici de la talla de Carlos. Lo han logrado y viajarán con mtb fijas, con frenos de disco mecánicos, tres platos, ocho piñones, llantas de 29’’ y neumático mixto de 1,5. Optimizar cada pedalada es clave cuando no llevas pedales automáticos (enganchados a las zapatillas con calapies) en carreteras como la que atraviesa las montañas del Pamir (Tayikistán), 15 días de pedaleo a 4.000 metros de altitud (a partir de 3.000 puede aparecer el mal de altura). También han buscado unos sillines bien cómodos, teniendo en cuenta además que no utilizarán ropa técnica, para no llamar la atención.

En lo económico, el presupuesto es de unos 20 euros al día, aproximadamente 6.000 o 7.000 en total. Aseguran que en Shanghái en un día de trabajo se gasta bastante más del equivalente a 20 euros, algo que tampoco sería extraño en Madrid, por ejemplo.

Pero ni la financiación, ni el físico, ni la burocracia, ni la intendencia. La preparación más importante para este viaje es la «psicológica», como afirma Lisa. La receta es «no pensar mucho», al contrario de lo que se suele hacer a diario.

Por último, son conscientes de que cada uno lleva una marcha, un seguro, un repuesto, un trago en el otro. Y aunque ellos no lo digan, dentro de cada uno llevan el motor más potente que se ha inventado: la ilusión. Al hablar con ellos se percibe que ya lo tienen al ralentí.
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