30/10/2015
 Actualizado a 18/09/2019
Guardar
El silencio el más terrible destino del pueblo saharaui. El silencio significa olvido, finalmente abandono, desesperanza y opresión. Un silencio infinito y premeditado se extiende por la hamada, el desierto más cruel del mundo, donde viven decenas de miles de refugiados esperando su prometido derecho a la autodeterminación. El silencio es la más eficaz herramienta para ocultar la histórica la lucha del pueblo saharaui por su liberación. Hay una voluntad de que no se hable del Sáhara.

Romper el silencio significa volver a contar su larga historia. Hace ahora cuarenta años, el 6 de noviembre de 1975, Marruecos inicia estratégicamente la ‘Marcha Verde’ para invadir el Sahara Occidental. Una semana después, el gobierno español violó la legalidad internacional y entregó el territorio a Marruecos. El Sahara Occidental, no lo podemos olvidar, fue una colonia española. España prometió al pueblo saharaui un referéndum de autodeterminación, sin embargo, España traicionó a los saharauis y permitió esta ocupación violenta del territorio por Marruecos. Decenas de miles de saharauis huyeron como refugiados hacia Argelia, donde se construyen campos de refugiados del desierto iniciando una resistencia primero armada, apoyada en el Frente Polisario, y después diplomática a través del Plan de Paz de la Naciones Unidas (ONU). Un plan en el que se acordó la creación de un censo para celebrar un referéndum en el que los saharauis pudieran elegir entre la integración en Marruecos o la independencia. La Resolución 3458 B de la ONU que ratificaba este derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación jamás se cumplió.

Romper el silencio significa volver a contar la terrible realidad en la que están trescientos mil saharauis. La mitad el pueblo saharaui viven entre el Sahara Occidental ocupada por Marruecos, donde las detecciones y torturas de los activistas pro-saharauis son constantes, y la franja libre separada por el muro de 2.200 kilómetros que levantó Marruecos para separar ambos territorios. La otra mitad del pueblo saharaui son refugiados eternos y habitan los campos del inhóspito desierto de Tinduf en Argelia. Vive en tiendas, sin agua corriente y depende casi totalmente de una ayuda humanitaria, cada vez más escasa, para subsistir. Desnutrición, aislamiento familiar y emigración de los más jóvenes definen esta silenciosa realidad. Romper el silencio es la única forma de evitar que la arena del desierto cubra para siempre el legítimo derecho del pueblo saharaui a disfrutar su tierra y su libertad. ¡Ojalá que este breve grito sirva para romper el eterno silencio!
Lo más leído