Romeo y Julieta, dos sopranos en París

La ópera de Vincenzo Bellini ‘Capuletos y Montescos’ exige dos protagonistas femeninas. Julie Fuchs y Anna Goryachova brillan en un montaje que este jueves retransmite Cines Van Gogh

Javier Heras
10/11/2022
 Actualizado a 10/11/2022
Una imagen de la ópera de Bellini ‘Capuletos y Montescos’ que cuenta con la dirección musical de la romana Speranza Scappucci.
Una imagen de la ópera de Bellini ‘Capuletos y Montescos’ que cuenta con la dirección musical de la romana Speranza Scappucci.
Este año ha supuesto el despegue internacional de Speranza Scappucci. La directora nacida en Roma (1973) ha debutado en la Staatsoper de Berlín y en Covent Garden, y prepara ‘Rigoletto’ para el Metropolitan. Su carrera ha ido fraguándose lentamente: se formó como pianista en la escuela Juilliard, trabajó como asistente de Riccardo Muti en Salzburgo; ya a partir de 2012 tomó la batuta en Yale, Santa Fe o Viena (primera italiana). Tras dejar huella en Lieja, donde fue la primera responsable musical de la Ópera Royal de Wallonie (2017-2021), el pasado febrero hizo historia en La Scala: nunca antes una mujer había dirigido allí una ópera de repertorio. Fue precisamente ‘Capuletos y Montescos’, con la que ahora desembarca en la Bastilla de París.

Como indica su título, se trata de la adaptación de Bellini de la tragedia de los amantes de Verona. El compositor de ‘Norma’ (familiar para el gran público por el aria ‘Casta Diva’) no se basó en la obra maestra de Shakespeare, que apenas se había difundido en Italia. En su lugar, retrocedió a un cuento del siglo XVI de Matteo Bandello sobre dos facciones enfrentadas… el mismo en el que se había inspirado el bardo inglés. Las diferencias son evidentes: los personajes se reducen a cinco, los jóvenes ya se ven secretamente desde antes de que se alce el telón, y su cómplice Lorenzo no es un fraile, sino un médico.

La  música, compuesta en apenas seis semanas en 1830, es irresistible, con sus melodías sinuosas. Pero lo más insólito de esta ópera es que exige dos protagonistas femeninas: una mezzosoprano travestida encarna a Romeo. Esto puede extrañarnos hoy, pero respondía a una tradición del siglo XVII que ya habían empleado su tutor Zingarelli o el mismo Rossini. Los papeles de adolescentes se escribían para voces de mujer, de modo que se enfatizaba su juventud y dulzura. La decisión también se justificaba por las limitaciones técnicas de los tenores de la época (ni siquiera existía el do de pecho).

En esta producción, que Cines Van Gogh retransmite este jueves (grabada el 29 de septiembre), la soprano francesa Julie Fuchs (1984) convence en el papel de Julieta gracias a su delicadeza y dominio de las coloraturas y medias voces. Especializada en Haendel y Mozart, ha ganado el premio Operalia y, dos veces, el Victoire de la Musique. Junto a ella, como el joven Montesco, la mezzo rusa Anna Goryachova (1983), de timbre homogéneo, ancho y oscuro pero no pesado. El público español la conoce por su Carmen de 2017 en el Real.

La  compañía parisina vuelve a confiar en Robert Carsen, que hace apenas un mes ha llevado ‘Orfeo y Eurídice’ al Théâtre des Champs Elysées. El canadiense (1954) creó este veterano montaje en 1996. Sin aspirar a grandes revoluciones, logra ser sobrio y respetuoso: siempre deja que la música guíe el drama, apoyada en una iluminación sutil y elegante. Los decorados –enormes paneles de madera de color rojo sangre– empequeñecen a los personajes, ahogados por una sociedad opresiva. El vestuario de época divide a los clanes en dos colores, negro y rojo.

La  sexta ópera del joven Bellini, cuarta escrita por el poeta Felice Romani (‘L’elisir d’amore’), lo consolidó tras el éxito en La Scala de ‘Il pirata’ y ‘La straniera’. Si habitualmente trabajaba sin prisa, implicándose también en los libretos (que solían llevarle un año), en esa ocasión tuvo solo mes y medio: La Fenice contactó con él en enero de 1830 por la baja a última hora de Giovanni Pacini, y el estreno era en carnaval. Para lograrlo, Romani reescribió el texto que había entregado a Nicola Vaccai para su ópera de 1826 ‘Giulietta e Romeo’; y el compositor de ‘Anna Bolena’ reutilizó hasta ocho números de otra ópera suya, ‘Zaira’, fracasada en Parma pocos meses antes, así como pasajes de su trabajo final del conservatorio, ‘Adelson e Salvini’. El conjunto triunfó en Venecia y se extendió por toda Europa.

Incluso los mayores detractores del músico de Catania (1801-1835), como Berlioz o Wagner, admitieron la riqueza lírica de ‘Capuletos y Montescos’, sus líneas vocales, arcos extensos de increíble inspiración. Aunque se encuadra en el bel canto –corriente dominante del primer tercio del XIX, centrada en el virtuosismo vocal–, las exhibiciones de los cantantes se concentran en pocos momentos y no interrumpen el drama. A los personajes los caracteriza mediante el contraste: la languidez de la soprano, la fuerza de la mezzo, la sed de sangre de Tebaldo, Capellio y el coro. La soledad y la incertidumbre se subrayan con los solos de violonchelo y de clarinete.
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